ESCALES, Vanina. (2019) ¡Arroja la bomba! Salvadora
Medina Onrubia y el feminismo anarco. Buenos Aires, Marea, 272 pp.
Este libro recorre la fascinante vida y obra de Salvadora Medina Onrubia,
escritora, periodista, dramaturga, militante anarquista, practicante de la
teosofía y el espiritismo (entre otras cosas), que nació en 1894 y murió en
1972.
Si fascinante es su vida, lo es más la manera de encararla de Vanina
Escales, que reconstruye siempre en contexto y tomando partido, las acciones de
esta mujer excéntrica y contradictoria. Así, el libro comienza rescatando sus
fuentes: Emma Barrandeguy, América Scarfó, Gloria Machado Botana, Osvaldo
Bayer, entre otros que según la autora “recordaron para esta historia de
montajes sobre los rumores de datos dispersos que sigue sus huellas literarias
y los pliegues de su biografía” También los escritos sobre ella y alrededor de
ella, los archivos, bibliotecas, estudiosas y amigas que la apoyaron en esta
empresa.
Que el capítulo I comience con el 17 de octubre de 1945 es una
inteligente estratagema para presentar la compleja personalidad de la
biografiada, que no duda en atacar con bombas molotov, desde el diario Crítica, a los obreros que marchan a
Plaza de Mayo.
Después, el capítulo retoma su cauce cronológico, relatando los orígenes
de Salvadora, su familia y primeros años en Gualeguay.
Maestra y madre soltera voluntaria a los dieciocho años, ya había
publicado cuentos donde describía la dura vida de sus alumnos, cuando se
instala en Buenos Aires en 1913, decidida a ser periodista.
Su paso por el diario anarquista más importante de Argentina, La Protesta, es inescindible de su
activismo libertario. Un activismo, para quien veía en el anarquismo “un
refugio ético para el deseo, amparo para su voluntad, un hogar al que volver”,
y que le permitía “ejercer su desenfado, desatar su insolencia, despreciar la
obsecuencia, sellarse la frente con orgullo de anormal, poder maldecir los
sueños cortos y reírse de los sirvientes funcionales”, según la espléndida
síntesis de Escales.
Salvadora se expresaba en tribunas anarquistas en una época de intensa
militancia ácrata (tanto de varones como de mujeres) y de feroz represión. Su
tenaz involucramiento en la lucha por la libertad de Simón Radowitzky corre
paralela a su relación con Natalio Botana y su participación en el mítico
diario Crítica. A
propósito de lo primero, es una delicia leer el contrapunto entre lo que
escribió Salvadora y lo que afirma Osvaldo Bayer en una entrevista con la
autora.
El libro continúa en cuatro capítulos imposibles de reseñar en toda su
riqueza. En ellos aparecen la Semana Trágica, Alfonsina Storni, el Congreso
Femenino Internacional, las mujeres anarquistas de la época, las feministas, Crítica, la dictadura de José B. Uriburu
y la actuación de su esbirro Polo Lugones,
así como las descripciones de su vida social en casas espléndidas como la
quinta Los Granados. Todo ello le sirven de marco a determinados temas que
suscitan la atención de la biógrafa: su producción literaria, su práctica
política, su relación con la maternidad (sobre la que se conocía principalmente
el relato filial de Helvio), sus descendientes (con más o menos fama), sus
creencias esotéricas.
Transcribir la carta de 1931 a Uriburu es un acto de enaltecimiento para
Salvadora. La carta a Eva Perón, en cambio, nos la muestra soberbia y
desubicada. Lo cual habla de la complejidad del personaje, pero también de la
complejidad de la historia argentina, del peronismo y de su difícil relación
con los intelectuales de la época.
La mirada feminista de Vanina Escales recorre la vida de esta mujer
singular con mucho rigor, un apasionado rigor que cuestiona el saber aséptico,
mostrando que se puede fundamentar lo que se afirma y opinar al mismo tiempo.
Algunas de sus fuentes estaban, otras las buscó expresamente, pero su mirada
las resignifica. Por ejemplo, la muerte del hijo de Salvadora, Pitón, le sirve
para pensar la maternidad y al mismo tiempo ser irónica con “los cuarenta años
que tardé en besarla” de otro de sus hijos, el despiadado Helvio Botana,
añadiendo: “quien sin embargo no dudó en hacer negocios con ella”.
Además de su obra y las características de su personalidad, Salvadora
está presente en el libro como una mujer solidaria, que podía usar un auto de
lujo pero también llevar comida a quienes sufrían la cárcel por sus ideas
políticas y dar trabajo a hombres y mujeres perseguidos. Prueba de ello son
América Scarfó y la esposa e hijos de Severino di Giovanni. A la primera le
sugirió que estudiara dactilografía en las Academias
Pitman para contratarla en el diario Crítica, a la viuda de Severino y su
esposo les dio trabajo en uno de sus campos y uno de sus hijos se jubiló como
fotógrafo del mismo diario.
Solidaridad que quien lea esta biografía, puede seguir también en los
textos breves de Salvadora Medina
Onrubia que la acompañan. Se trata de Mil
claveles colorados, obra escrita en su vejez y publicada por primera en
esta edición. Vuelve en sus páginas a la temática anarquista de su juventud, trayendo a los
compañeros y amigos que tanto quiso y que acompañaron su extraordinaria
existencia.
Mónica Tarducci ⃰
⃰Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género-
Facultad de Filosofía y Letras- Universidad de Buenos Aires. Universidad
Nacional de Rosario. Contacto: latardu@gmail.com