Representación simbólica, políticas de igualdad y discursos antigénero. Entrevista a la Dra. Emanuela Lombardo
Emanuela Lombardo*
Resumen
Emanuela Lombardo es Profesora Titular de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid. Sus líneas de investigación son políticas públicas de igualdad, especialmente adopción e implementación, en la Unión Europea y España, y feminismo y democracia. Dirige el grupo de investigación Género y Política con María Bustelo y es Investigadora Principal del equipo Universidad Complutense de Madrid (UCM) y de un paquete de trabajo (WP) del proyecto europeo Co-Creating Inclusive Intersectional Democratic Spaces Across Europe (CCINDLE) sobre respuestas feministas a los retos que representan las fuerzas anti-género para las democracias europeas. En esta entrevista se refiere, en primer lugar, a los recientes avances en la investigación de la dimensión simbólica de la representación política interpretada como relevante por sí misma. En segundo lugar, a cómo está afectando el auge de la ultraderecha y los discursos antigénero a la aprobación e implementación de políticas de igualdad de género tanto como a una “buena dimensión simbólica”. Por último, a las viejas y nuevas resistencias a las políticas de igualdad de género en las universidades.
Palabras Clave: Representación
simbólica, políticas de igualdad de género, antigénero,
universidades
Symbolic
representation, gender equality policies and antigender
speeches. An interview with Dr. Emanuela Lombardo.
Abstract
Emanuela Lombardo is a Political Science Professor at
the Complutense University of Madrid. Her research interests are based on
feminism, democracy and equality policies, especially
on the adoption and implementation of them, in the European Union and Spain.
She leads the research group Gender and Politics with María Bustelo and is the
PI of the team in the Complutense University of Madrid and in a WP (work
package) in the European project CCINDLE based on feminist responses given to
the challenges that represent anti-gender forces in European democracies.
In this interview she firstly refers to the recent
advances present in the research and about the symbolic dimension of political
representation interpreted as something relevant in itself. Secondly, she
mentions how the rise of conservative and anti-gender discourses is affecting
the approval and implementation of gender equality policies, so much so, as a
“socially-accepted symbolic dimension”. Finally, she considers old and new
resistances to gender equality policies within universities.
Keywords:
Symbolic representation, gender equality policies, anti-gender, universities
PB: En el libro que realizaron en coautoría con Petra Meier,
The symbolic representation of gender: a discursive approach
(2014), han caracterizado a la dimensión simbólica como la Cenicienta de las
dimensiones de la representación política elaboradas por Pitkin
(1967). A casi 10 años de su publicación, ¿consideras que todavía persiste una
subvaloración y cierta resistencia respecto del análisis de esta dimensión?
EL: ¡Vale, muchas gracias! Yo creo que es cierto que al
principio cuando sacamos el tema de representación simbólica en aquel momento
sí que había algo de literatura sobre esto que ya estaba hablando de la
necesidad de la interacción y de la interrelación entre la representación
descriptiva, sustantiva y simbólica. Pero todavía no se estaba tratando la
representación simbólica como una dimensión que tuviese relevancia en sí misma
y que pudiéramos analizar en sí misma. Entonces creo que ya hemos avanzado más
en esta dirección y han salido trabajos muy interesantes. Estoy pensando aquí
en España en trabajos como los de Tània Verge, trabajos de Raquel Pastor, que ya le han dado una
dimensión más empírica al concepto de representación simbólica del género. Y,
además, lo han vinculado con toda la literatura del feminist institutionalism y la importancia de
analizar las normas informales de género. No solamente todo lo que está escrito
sino también lo que no está escrito en ningún lado pero que tiene una
influencia muy importante. Hay trabajos de Tània Verge que me han gustado mucho como Evoking
Equality: The Gender Sensitivity of Parliaments through their Symbolic
Function (2022b) y A Chamber
of One's Own: Institutional Claim-Making on Gender Equality and the Symbolic Role of Parliaments (2022a), donde ya
también se va estableciendo cómo podemos estudiar esta función simbólica de los
parlamentos y de cómo es muy importante también establecer espacios que
simbólicamente estén representando a las mujeres en el propio parlamento. Es
muy importante tener imágenes o renombrar, nombrar salas con nombres de mujeres
para que efectivamente estemos representadas, estemos incluidas también
simbólicamente, es muy relevante. Si entras en una sala en el parlamento donde
solamente vez fotografías de hombre o estatuas de hombres es que no te sientes
incluida, no se está simbolizando a la nación en esta sala. O también cómo se
estructuran los servicios o los lavabos en un parlamento, si son incluyentes o
no son incluyentes, todo esto se está empezando a estudiar más. Entonces yo
creo que tal vez al principio si había algo más de resistencia a considerarla
una dimensión en sí. Yo lo he vivido también, nos ha costado con Petra Meier
por ejemplo encontrar la posibilidad de publicar nuestros artículos sobre symbolic representation
en revistas más mainstream de Ciencias Políticas, hemos tardado bastante más en
determinados casos que con otros temas. Comparto tu percepción de que ha habido
a veces esta forma de resistencia, pero también creo que se va mejorando en ese
sentido y que van saliendo trabajos interesantísimos. También, por ejemplo, con
toda la literatura que se está desarrollando sobre gender-sensitive parliaments los parlamentos más sensibles al
género por Sarah Childs y Sonia Palmieri
(2023), o todo el trabajo de Cherry Miller (2021) sobre el parlamento como
lugar de trabajo. Toda la parte de representación simbólica tiene una
relevancia porque es en este espacio de trabajo te sientes incluida, no te
sientes incluida, qué hace la institución para, en su discurso para lo público,
reconocer el papel de las mujeres, por ejemplo, ¿no? O, como se hizo en el
parlamento de Cataluña, organizar una jornada que la han llamado el “Parlamento
de las Mujeres”. Entonces fue una jornada toda dedicada a abordar el tema de
las políticas de igualdad en la que estaban todas las diputadas. Esto tiene un
valor tanto desde el punto de vista de la representación descriptiva, eran
todas mujeres. Sustantiva, abordaban las políticas de igualdad y los problemas
directos. Y simbólica porque está simbolizando que esta institución
parlamentaria le está dando una relevancia simbólica enorme. Le dedican una
jornada entera a abordar este tema. Entonces esto está dando una idea a qué se
está dando relevancia.
P. B. En un artículo que publicaron con Petra Meier, Good Symbolic Representation: The Relevance of
Inclusion (2018), desarrollan el concepto de “buena
representación simbólica” y señalan que ésta se alcanza cuando se amplía la
descripción estética de la nación incluyendo grupos sociales no hegemónicos
como modo de contrapesar el poder de los privilegiados: ¿Cómo consideras que
impactan el auge de los discursos antigénero en la
posibilidad de alcanzar una buena representación simbólica?
E. L. Bueno, sí, creo que sí. Es una muy buena pregunta. En
este artículo nosotras ilustramos esta idea de la buena representación
simbólica del género como algo que sea incluyente de grupos no hegemónicos con
una escultura de arte social de Alison Lapper. Esta
escultora, con diversidad funcional, decide participar en este concurso que se
hace en la ciudad de Londres, por parte del ayuntamiento,para pedir a diferentes artistas que
representen la nación y presenten sus obras en Trafalgar Square. Alison Lapper y otro compañero deciden conjuntamente hacer una
estatua de Alison Lapper en un momento de su vida en
la que ella tuvo el deseo de ser madre. Para ella esto fue un reto enorme
porque ella tiene una diversidad funcional que se lo dificulta. Entonces, pues,
se presentó con esta estatua que es preciosa en la que está mirando al futuro,
con este ejemplo de superación de las dificultades de la vida para conseguir un
sueño, un proyecto. Y cuando se expuso en la plaza, en Trafalgar Square, junto
con las otras obras generó, pues, efectivamente mucha discusión. Lo que quería
era generar este debate en la sociedad ¿Quién está representando a la nación y
quién debería estar representando a la nación? Hay estereotipos sobre qué
cuerpos se supone que deberían representar a la nación. El alcalde de Londres
dijo que este es un ejemplo muy inspirador, de superación, de desafío, de
valentía. Pero hubo también una disputa entre los que decían que esta no es la
manera de representar la nación. Porque tienen una idea de que la nación se
tiene que representar con guerreros a caballo o cosas así, ¿no?
Yo creo que ahí nuestra idea con Petra Meier era que la
representación política de la nación tiene que ser una representación que
refleje el tejido social y que refleje especialmente las personas que hayan
sido excluidas de esta posibilidad de ser símbolos de la nación. Entonces,
colectivos más miembro*s de colectivos menos hegemónicos que han tenido menos
oportunidades de estar representad*s.
Claro, tú lo conectas con el auge de la ultraderecha y de discursos antigénero. Estos discursos tienden a ser excluyentes
precisamente de colectivos menos hegemónicos. Están atacando explícitamente a
las mujeres, a las feministas, a colectivos LGTBI, personas racializadas,
inmigrantes. Con lo cual va totalmente en contra de esta idea de una buena
representación simbólica de la nación como incluyente y precisamente de
colectivos no hegemónicos. Entonces, un ejemplo en España VOX quiere
directamente eliminar, por ejemplo, el componente de género de la violencia de
género. Es negar la existencia de este componente de género. Aparte de las
implicaciones que esto tenga a nivel de recorte presupuestario en políticas que
aborden el problema, porque claro si lo eliminas estás eliminando la partida
presupuestaria para víctimas de violencia de género precisamente, tiene también
un componente simbólico muy importante, ¿no? Están haciendo hegemonía cultural
sobre cuál es el concepto de género y quién debería estar incluido o no
incluido. Entonces, pues, es excluyente de las mujeres o de colectivos
minorizados.
P. B. Es llamativo como esos discursos antigénero
y de derecha se articulan con discursos neoliberales de reducción de gastos del
estado y de políticas de austeridad. Existen discursos políticos en campaña que
recurren a la idea de los valores de la familia para presentar propuestas que
privatizan las tareas de cuidado en éstas. Como sabemos, esto implica que
recaigan mayoritariamente en las mujeres sin que estas tareas sean
remuneradas.
E. L. Efectivamente, sí. O destinar estos recursos públicos
a una concepción de familia muy limitada. Entonces solamente para familias
casadas heterosexuales, dejando afuera una multiplicidad grande de familias.
Con lo cual, digamos que desde el punto de vista tanto sustantivo como
simbólico, es una representación excluyente de la nación.
P. B. ¿Cuáles crees que son los desafíos actuales para el
avance y consolidación de políticas de igualdad de género en un contexto
mundial de consolidación de la ultraderecha y de los discursos antigénero?
E. L. Creo que el desafío muy grande es para la democracia.
Es decir, para mí la oposición activa en contra de la igualdad de género,
derechos LGTBI, personas racializadas es una oposición a unos derechos
democráticos y, además, a grupos que están marginados. Y, entonces, no es
solamente un ataque a la igualdad, sino que es un ataque a la democracia porque
la democracia es una defensa precisamente también de las minorías, de grupos
minorizados. Y la democracia tiene que dar espacio para que haya esta contestación,
para incluir diferentes proyectos, ¿no? Entonces tiene que ser inclusiva con la
posibilidad de que la sociedad civil se organice, que se movilice y pueda
criticar al propio poder político e ir avanzando hacia una sociedad más
incluyente. El proyecto de los grupos antigénero o
partidos de ultraderecha es un proyecto, en ese sentido, antidemocrático porque
lo que están haciendo es recortar en el discurso, en las políticas, en las
acciones estos derechos democráticos. Está recortando también e intentando
limitar cuando ataca organizaciones feministas LGTBI, con la deslegitimación,
con la difamación, con ataques en algunos casos incluso a las propias
organizaciones. Ha ocurrido en la Hungría de Orbán,
ha ocurrido en diferentes países o en las propias políticas de igualdad. En
Italia se han atacado las políticas de igualdad y derechos LGTBIQ en el
gobierno de Meloni o de las personas inmigrantes en
España, incluso donde VOX estaba solamente apoyando externamente el gobierno
del Partido Popular. En Andalucía, como nos cuentan Alba Alonso y Julia
Espinosa en un estudio reciente, también se han recortado políticas públicas,
se han remarcado las propias instituciones de igualdad hacia una idea de
igualdad que es la defensa de una familia más tradicional, heterosexual, más
conservadora. Entonces, pues, esto representa una restricción a las propias
políticas públicas de igualdad e instituciones de igualdad y la sociedad civil,
feminista, antirracista, y de ampliación de derechos LGTBI que implica ir en
contra de la democracia. Por lo cual creo que el reto grande es que nos están
empujando hacia un proyecto de sociedad más autoritario.
P. B.: Me interesa que hablemos del papel de las
universidades en este contexto porque han sido agentes de un cambio y una
transformación muy importante en relación con las políticas de igualdad de
género, no sólo hacia afuera sino también hacia dentro de ellas misma como
instituciones. Pero al mismo tiempo se ven resistencias. Entonces la pregunta
es ¿cuáles son los desafíos que tienen las universidades para la consolidación
de las políticas de igualdad de género dentro de ellas y cuáles son las resistencias
que has visto en tus trabajos?
E. L.: En un proyecto que tuvimos acá en España, un proyecto
financiado por el Plan Nacional de Investigación del Gobierno de España que se
llama proyecto UNIGUAL y que coordinamos con la profesora María Bustelo,
precisamente abordamos el tema de la implementación de las políticas de
igualdad en las universidades españolas. Entonces vimos que el principal
obstáculo a la implementación a las políticas de igualdad de las universidades
son las resistencias. Las resistencias que oponen diferentes actores dentro de
las universidades que se resisten a la aplicación de los planes de igualdad que
se están adoptando por mandato normativo aquí en España en las universidades o
los protocolo en contra del acoso sexual y sexistas en las universidades.
Entonces este es un dato, que existen esas resistencias y que son el obstáculo
principal para la implementación. ¿Qué hacer a partir de ahí? Pues, en el
proyecto vimos que, por un lado, es importante no solamente la adopción sino
hacer cumplir estas medidas. Establecer mecanismos dentro de las universidades
y fuera de las universidades. Porque también hacen falta grupos externos, de la
sociedad civil, que puedan presionar para que las universidades cumplan con los
compromisos de igualdad que han tomado. O también instituciones fuera de las
universidades, en el propio Ministerio de Investigación o en el Ministerio de
Universidades, para hacer cumplir estas medidas. Y yo creo que es muy
importante la recopilación de datos sobre cuáles son las desigualdades, cuál es
la brecha de género y en interacción con otras desigualdades que hay en las
universidades, en cada una de las universidades. Recopilar estos datos de
manera sistemática, visibilizarlos para que haya una visión compartida de
cuáles es el problema. Y, luego monitorear cómo las políticas que se están
aplicando, los planes de igualdad y los protocolos, están abordando estas
brechas. Los problemas de conciliación de trabajo y vida familiar en las
universidades, ¿cómo se están abordando? ¿Qué se está haciendo? ¿Qué políticas hay
de acciones positivas? Se está introduciendo que cuando has estado de baja por
maternidad un año te dejan un año, por ejemplo, sin docencia para que puedas
recuperar con tus investigaciones. ¿Cómo se están implementando los protocolos
de acoso sexual y sexista? ¿Funcionan, no funcionan, qué problemas tienen?
Entonces que haya un monitoreo, que haya una visibilización de todo esto yo
creo que sería de gran ayuda. Y, luego, hay claramente un problema de recursos,
recursos económicos y recursos de personal para las unidades de igualdad. Sabes
que en España por mandato normativo se han creado unidades de igualdad en todas
las universidades. Pero muchas veces están infra financiadas y no tienen
personal suficiente. Con lo cual ésta ya es una resistencia institucional a que
puedan implementar de manera eficaz las medidas de igualdad. Entonces, dotar de
financiación y de personal adecuado a estas unidades es fundamental. Y, el
último punto aquí estaría más relacionado con la representación simbólica. Es
que es muy importante, además, dar un reconocimiento a los estudios de género,
estudios e investigaciones feministas, tesis sobre género, hacer becas,
premios. Entonces que haya un reconocimiento y un apoyo a los grupos de
investigación que trabajan en estos temas precisamente para reconocer el valor
de estos estudios, reconocer la autoridad epistémica de quienes los están
desarrollando y que esto tenga un reconocimiento tanto económico como también
simbólico.
P.B.: Llegamos a la última pregunta en la cual me gustaría
saber si consideras que esos discursos antigénero
están permeando en la universidad o no o si las universidades más bien son
agentes de resistencia, en un sentido positivo, a esos discursos antigénero.
E. L.: Yo no he vistos estudios sobre este tema en España
por lo cual creo que esto efectivamente es un campo que debería explorarse. Te
puedo dar una opinión, pero no podemos establecer una relación directa entre
una cosa en la otra. Es una pregunta empírica a estudiar. Pero lo que sí creo
es que hay, y esto lo hemos visto en trabajos con Laura Chaqués, en el proyecto
DEMOC en el que hemos estado trabajando juntas, que tenemos unas resistencias a
la igualdad y a las políticas de igualdad que ya existen. Las resistencias
clásicas en contra de las cuotas de género o en contra de las propias medidas
de no reconocer, por ejemplo, la propia existencia del problema de desigualdad.
E incluso esa es una de las resistencias clásicas, de no “comprometerse a” o no
tomar la responsabilidad para cambiar las cosas por parte de la institución. O
incluso no reconocer el problema. Entonces enseñas los datos de desigualdad,
por ejemplo, los datos de desigualdad en la política como la
infrarrepresentación de las mujeres en la política y te dicen ¡pero está Ángela
Merkel! Vale, ¡pero te estamos diciendo que hay un 75% de hombres en los
parlamentos a nivel mundial! Entonces esas resistencias son las que nosotras
llamamos old resistances,
son las resistencias de toda la vida. Entonces, sobre estas resistencias ahora,
desde el auge de la ultraderecha y de los discursos antigénero
en las últimas dos décadas, más o menos, se han instalado unas resistencias que
son más oposición activa en contra de la igualdad, como lo define Mieke Verloo. Es una oposición
activa en contra de la igualdad y de las políticas de igualdad. Entonces claro,
hay una relación entre éstas que sería una relación que sería interesante
estudiar ¿Cuál es la interacción entre las dos? Yo creo que las nuevas
resistencias obviamente se basan en el caldo de cultivo de las antiguas
resistencias. Porque si nuestras sociedades, nuestras universidades, no han
sido tan contundentes con abordar el problema de las violencias de género en la
universidad, si no han tenido una política de tolerancia cero en contra de la
violencia de género, entonces esto puede ser un caldo de cultivo para que se
puedan desarrollar también unos discursos más antagonísticos.
No estoy diciendo que haya una relación directa, esto habría que investigarlo,
pero creo que también se puede hacer mucho en mejorar la calidad de la
democracia de las propias universidades y de nuestras sociedades en general.
Por ejemplo, en el proyecto europeo CCINDLE sobre feminismo y democracia una de las ideas
que tenemos es que hay que mirar cuál es el legado de nuestras democracias, el
legado de desigualdades que todavía tenemos. Nuestras democracias no son
perfectas. Tienen muchos problemas de desigualdades por género, por raza, por
orientación sexual. El legado de colonialismo que existe, de fascismo, según el
contexto que estemos charlando. Entonces según la contundencia con las que se
aborden estos legados para intentar mejorar la calidad de la democracia también
será más fácil poder contestar al ataque de la ultraderecha y de los discursos antigénero cuando van en contra de la igualdad. Es más
fácil si tienes una política de tolerancia cero contra las violencias contestar
cuando te llegan los de VOX y te dicen que la violencia no tiene género ¿no?
Pues, si tú has hecho una política de mostrar los datos, estos son los datos
sobre la violencia de género en nuestra universidad y lo monitoreamos y
realmente se implementa de manera eficaz un protocolo de acoso sexual y
sexista, entonces es más fácil poder responder a este tipo de ataque de
negacionismo de la violencia de género. Pero sí, creo que sería interesante
precisamente investigar la relación entre las resistencias que hay desde
siempre y las nuevas resistencias.
Bibliografía
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Function". Political Studies, 70(4), 1048-1067. https://doi.org/10.1177/0032321721998931
* Universidad Complutense de Madrid
**
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y
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