Las voces de Audre Lorde. Narrativas escriturales en función genealógica

Valeria Fernández Hasan*

Virginia Abello**

Resumen

En este trabajo nos interesa develar la función genealógica de la intertextualidad feminista en textos académicos y textos periodísticos que usan como cita de autoridad la voz de la escritora, poeta y activista feminista negra lesbiana Audre Lorde. En este sentido, aspiramos a determinar cómo pueden ser analizadas la poesía, la cita o la paráfrasis en el marco de lo que se ha denominado intertextualidad (Kristeva, 1967). Nos importa saber cómo es citado el discurso de Lorde y cómo se lo entrama con el discurso feminista contemporáneo tanto en el periodismo como en la academia. Para la conformación del corpus realizamos una selección estratégica de casos (Valles, 1999) ya que para estudiar el modo en que la autora es citada necesitamos un recorte sobre textos que efectivamente retoman su voz. El período de producción y/o publicación de los textos comprende los años que van entre 2020-2023 en coherencia con el recorte temporal de las indagaciones relativas a narrativas feministas que nos encontramos estudiando en el marco de las transformaciones en los sentidos sociales que la pandemia y la pospandemia introdujeron en la vida cotidiana (Fernández Hasan, 2023).

 

Palabras clave: intertextualidad- función genealógica - feminismo académico- periodismo feminista- Audre Lorde

 

The voices of Audre Lorde. Written narratives in genealogical function

Abstract 

In this work we are interested in revealing the genealogical function of feminist intertextuality in academic and journalistic texts that have cited the acclaimed voice of the black lesbian feminist writer, poet and activist, Audre Lorde. In this sense, we aspire to determine how poetry, citation or paraphrase can be analyzed within the framework of what has been called intertextuality (Kristeva, 1967). We care about knowing how Lorde's speech is cited and how it is intertwined with contemporary feminist discourse both in journalism and in academia. To create the corpus, we chose strategically a collection of cases (Valles, 1999) since in order to study the way in which she is cited we need a selection of texts that effectively take up her voice. The period of production and/or publication of the texts includes the years between 2020-2023. This period of time, coincides with the investigation related to feminist narratives that we are studying within the framework of the transformations in the social meanings that the pandemic and the post-pandemic has introduced into our daily life (Fernández Hasan, 2023).

 

Key Words: Intertextuality - Genealogical function - academic feminism- feminist journalism - Audre Lorde

 

Introducción. Uso de las voces de Lorde. Notas sobre el legado 

Nos convocan aquí las voces de Audre Lorde. Como a tantas y de tantas formas en los últimos años, Lorde nos reúne para pensar y decir, esta vez no solamente desde lo que sus palabras provocan sino para intentar develar la función genealógica de la intertextualidad feminista bajo diferentes registros escriturales en textos que usan como cita de autoridad la voz de la escritora, poeta y activista feminista negra lesbiana del siglo XX. Es decir, sabemos que el discurso de Lorde es recurrentemente citado para distintos tipos de construcciones discursivas y para destinatarios muy diversos. En este trabajo nos interesa seguir las pistas de ese entramado que encuentra a Lorde tanto en el periodismo feminista como en la academia. Dicho de otro modo, lo que nos importa sobre todo conocer es de qué manera se produce intertextualidad feminista en función genealógica a través de las construcciones de sentido que intelectuales, pensadoras, formadoras de opinión y su lectorado comparten e intercambian a través del legado de la escritora. 

Los escritos de Lorde pueden ser analizados desde la poesía, la metáfora, la cita o la paráfrasis, a través de distintas estrategias de intertextualidad (Kristeva, 1967). Nuestro supuesto de partida es que el uso de las voces de Lorde puede seguirse como una huella que marca la senda en la construcción de una genealogía intelectual feminista dentro de la cual la autora se destaca como una "negra, lesbiana, madre, guerrera, poeta" según sus propias autodenominaciones y anticipa tempranamente tópicos y estrategias que en la actualidad la convierten en referencia ineludible para la academia, el activismo y el periodismo feminista. Desde sus postulados de una escritura situada y encarnada hasta las formas en que produce conocimiento a partir de la propia experiencia, se crean resonancias que multiplicamos en lecturas y conversaciones feministas. ¿Lo hacemos de igual modo las periodistas, las académicas, las activistas? Esos tópicos y esas estrategias ineludibles que vuelven cada vez en textualidades renovadas, ¿qué dicen de Lorde y qué decimos de ella a través de ellos?

Audre Lorde nació en Harlem, Nueva York, el 18 de febrero de 1934, dentro de una familia inmigrante afrocaribeña. A lo largo de sus escritos, su nombrarse múltiple, mujer, negra, lesbiana, poeta, feminista, madre de dos hijos, guerrera, construye un posicionamiento ontoepistemológico que, por un lado, implica un no pensarse nunca sola, y por otro, va definiendo tanto una personalidad como una metodología: narrar desde la propia de la experiencia encarnada donde lo subjetivo, las emociones, serán la base de lo epistémico.

En Las primeras ciudades y Cables hacia el odio, publicados entre 1969 y 1979, es la ira contra el sexismo y el racismo lo que anuda sus argumentaciones. En 1977, el Manifiesto Colectiva del Río Combahee -Una declaración negra feminista-[I], del cual forma parte, plasma la posición contundente de la agrupación: la crítica al feminismo hegemónico, blanco y universitario, su racismo y clasismo y al mismo tiempo, la detracción hacia sus compañeros varones a quienes advertían sobre el sexismo dentro la comunidad negra. De este modo, etnia, clase y heterosexismo constituyen un núcleo de opresiones interrelacionadas donde ninguna resulta más importante que otra y juntas conforman una totalidad. 

En Zami: una nueva forma de escribir mi nombre. Una biomitobiografía, de 1982, Lorde nos deja las pistas de su legado. Aparece la idea de interseccionalidad como una forma de entender nuestras luchas de manera no separada. La imbricación de racialidad, género, edad, clase, nos muestra que no tenemos vidas de un solo tipo. Su poema ¿Quién dijo que era fácil? (2019) recupera estos temas:

Pero yo que estoy limitada por mi espejo

como por mi cama

veo la causa en el color

como también en el sexo.

y me siento acá preguntándome

cuál de mis yoes sobrevivirá

a todas estas liberaciones.

En el texto da cuenta, además, de su mirada metodológica, una mirada que posee una perspectiva geográfica e histórica desde la subalternidad. Se pregunta quién falta en los relatos, quiénes no están y por qué sucede esto, de quiénes son las voces que no se escuchan y los cuerpos que no se ven. 

En Letanía de la supervivencia (1995), mientras tanto, nos comprende a todas: las pobres, las violentadas, las negras, las silenciadas, las que no debíamos sobrevivir.

Y cuando el sol sale tenemos miedo

de que no permanezca ahí

cuando el sol se pone tenemos miedo

de que tal vez no salga en la mañana

cuando nuestros estómagos están llenos tenemos miedo

de la indigestión

cuando nuestros estómagos están vacíos tenemos miedo

de nunca volver a comer

cuando nos aman tenemos miedo

de que el amor desaparezca

cuando estamos solas tenemos miedo

de que nunca vuelva el amor

y cuando hablamos tenemos miedo

de que nuestras palabras no se escuchen

ni sean bienvenidas

pero cuando estamos calladas

todavía tenemos miedo

Así que es mejor hablar

Recordando

También, recupera aquí dos ideas que los feminismos han trabajado largamente y que en Lorde cobran realce. Por un lado, la potencia de mujeres identificadas con otras mujeres, más allá de lo erótico. La noción de continuum lésbico[II] de Rich resuena a través de los diálogos entre ambas autoras. El relacionamiento entre mujeres aparece en Zami como una noción que implica a mujeres que aman y trabajan juntas. Por otro lado y reforzando lo anterior, Lorde rescata la escritura entre mujeres que, para nuestra experiencia personal y también para otras, se presenta como una práctica colectiva de reparación para el feminismo. Tiene que ver con una energía omnipresente que se expresa en

la alegría compartida, física, emotiva o psíquica, y en el trabajo compartido, que nos llena de fuerza, que nos hace estar menos dispuestas a aceptar la falta de poder o esos otros estados de ánimo que se nos han suministrado y que no nacieron conmigo, como la resignación, la desesperanza, la autoeliminación, la depresión, la autonegación (Lorde en Rich, 1986: 68).

Finalmente, la posibilidad de la existencia dentro de nosotras de un lugar oscuro, un lugar antiguo dice Lorde, donde el relacionamiento entre mujeres sea ritualidad e iluminación. Así, La poesía no es un lujo (1984), viene a decirnos que las palabras son la posibilidad de ir a ese lugar oscuro para pensarnos y volver con algo nuevo para nuestra vida.

Para las mujeres, la poesía no es un lujo. Es una necesidad vital. Ella define la calidad de la luz bajo la cual formulamos nuestras esperanzas y sueños de supervivencia y cambio, que se plasman primero en palabras, después en ideas y, por fin, en una acción más tangible. La poesía es el instrumento mediante el que nombramos lo que no tiene nombre para convertirlo en objeto del pensamiento. Los más amplios horizontes de nuestras esperanzas y miedos están empedrados con nuestros poemas, labrados en la roca de las experiencias cotidianas (Lorde, 1984:17).

Dialogismo entre textos: la intertextualidad como precondición para el acto de significación

Suele atribuírsele a Julia Kristeva, escritora, filósofa y feminista francesa, de origen búlgaro, haber acuñado en un artículo de 1967 el término de intertextualidad. En su insistente sospecha del estructuralismo, corriente preponderante en la Francia de la época, la autora recupera la voz del teórico ruso, exiliado en provincia, que estaba escribiendo algo sobre el problema de los géneros del discurso. No era ningún otro más que Mijaíl Bajtín, quien ya había publicado Problemas de la poética de Dostoievski (1963) y La obra de François Rabelais (1965) y en el que la autora veía una forma de pensamiento que sólo podía abrigarse al calor de una sociedad en estado de revolución. 

Bajtín se había atrevido a mirar el lenguaje desde la lógica del lenguaje mismo, despreciando la lógica científica tan cara a la mirada estructuralista. Fue uno de los primeros en reemplazar la mirada estática y esencialista sobre los textos por un modelo en que la estructura textual no es, sino que se elabora con respecto a otra estructura. En este modelo, todo enunciado se construye a partir de otros enunciados y es por esto su respuesta. “Todo enunciado es un eslabón en la cadena, muy complejamente organizada, de otros enunciados” (1999: 258). No existe un primer hablante que haya interrumpido el silencio del universo, como tampoco un enunciado original que haya dado nacimiento a la lengua. “Todo hablante es de por sí un contestatario” (1999: 258) que cuenta antes de hablar, no sólo con el sistema de la lengua, sino también con otros enunciados, suyos o ajenos, de los cuales valerse para establecer todo tipo de relaciones y darle forma a lo que está enunciando. Los enunciados están llenos de matices dialógicos, sea a consciencia o no de sus hablantes, y poder leerlos, al menos a algunos de estos matices, es muchas veces condición necesaria para entender el sentido del texto. 

Lo interesante de la teoría de Bajtín es que no propone al dialogismo como una de las características de los textos sino como la característica que los constituye. Frente a los abordajes inmanentes de la corriente estructuralista, la teoría bajtiniana propone estudiar cada enunciado en tres dimensiones puestas en diálogo: el sujeto de la escritura, el destinatario y los textos exteriores. Kristeva recupera este concepto de dialogismo para pensar los estudios textuales llegando incluso a arriesgar que “el dialogismo, más que el binarismo, sería quizás la base de la estructura mental de nuestra época” (1967: 24). Esta idea de la escritura como subjetividad y comunicatividad llevan a la autora a proponer para su campo disciplinario el término de intertextualidad. La define como “la existencia en un texto de discursos anteriores como precondición para el acto de significación” (Marinkovich, 1998: 731). Como ya dijimos, no se puede entender el sentido cabal de un texto hasta que no leamos las relaciones que ese texto mantiene con otros textos, ya que de ellos se forma, es su respuesta. 

Años más tarde, el crítico y teórico literario francés Gérard Genette, retoma el término de Kristeva pero en un marco más amplio que denomina transtextualidad o trascendencia textual del texto (en oposición a inmanencia). Define a la transtextualidad como “todo lo que pone al texto en relación, manifiesta o secreta, con otros textos” (1989: 9-10) y distingue cinco tipos de relaciones transtextuales, de las cuales la intertextualidad es una de ellas. Esta relación Genette la define como “la presencia efectiva de un texto en otro” (1989: 10) y distingue en ella a la cita (explícita y literal), el plagio (literal pero no declarado) y la alusión (menos explícita, menos literal). El segundo tipo de relación transtextual son las relaciones paratextuales, que involucran aquellos vínculos que mantiene el texto con sus elementos accesorios (títulos, subtítulos, epígrafes, prólogos, ilustraciones) e incluso con el avant-texte (lo producido anteriormente en la cocina de la escritura, como versiones preliminares, esquemas, proyectos). El tercer tipo es la metatextualidad o relación de comentario, que une un texto a otro que habla de él sin citar explícitamente fragmentos literales del texto comentado (el ejemplo paradigmático es la crítica). La cuarta relación transtextual es la hipertextualidad, que Genette define como toda relación que une un texto B (hipertexto) a un texto anterior A (hipotexto) de manera tal que el texto B no podría existir sin el texto A y esa relación se lleva a cabo a través de una transformación del texto A. Por último, la quinta relación transtextual es la architextualidad y es aquella que vincula al texto con un cierto género discursivo, sea de forma implícita (a través de sus características léxicas, temáticas y composicionales) o explícita a través del paratexto (aunque, dice Genette, determinar el estatuto genérico de un texto le compete más al receptor que al enunciador). 

Como esta clasificación se hace en relación con los géneros literarios, podemos hacer el ejercicio de pensar cómo se dan estas relaciones en los textos académicos y periodísticos. Además, Genette elabora su teoría pensando en relaciones entre textos, mientras que nosotras vamos a observar en esta ocasión la vinculación entre voces, voces que provienen de cuerpos situados, generizados, sexuados, entre otras marcas. Entonces ¿cómo puede vincularse un texto –académico o periodístico- con las modulaciones de una hablante en particular? 

Tanto en textos académicos como periodísticos, la cita (explícita y literal) y la alusión (menos explícita, menos literal) forman parte de los procedimientos intertextuales que pueden observarse, aunque de manera diferenciada. Sabemos que en textos académicos las regulaciones en la cita de la palabra ajena son muy estrictas en cuanto a cantidad de fuentes, referencia exacta y precisión en la literalidad de lo citado. Por otro lado, el ámbito periodístico se presenta como un terreno más flexible para la aparición de alusiones dejando a quienes leen la tarea de vincular lo dicho con la voz de la que proviene. En cuanto a las relaciones paratextuales, ambos géneros (académico y periodístico) presentan espacios de paratexto donde es posible traer otra voz a dialogar (títulos, subtítulos, resumen), pero es especialmente en los espacios del epígrafe (cita o sentencia que suele colocarse al inicio de una obra o de partes de una obra) y de las imágenes donde el diálogo con otras voces se hace más patente. 

En tercer lugar, es posible identificar relaciones metatextuales (de comentario) tanto en los géneros académicos como en los periodísticos ya que la crítica como género discursivo es un espacio que se han disputado históricamente la academia y el periodismo[III] (pensemos, por ejemplo, en el género reseña y sus variantes: reseña académica, reseña crítica). En cuanto a las relaciones hipertextuales, encontramos en ambos géneros lo que se conoce como reformulación o paráfrasis de lo dicho por otra persona, es decir, una transformación de la palabra de la otra, para evitar la literalidad (cita) y sin que medie evaluación sobre esa palabra (comentario). Es necesario pensar que estos procedimientos se van dando de manera entrelazada, combinando muchas veces cita, alusión, paráfrasis y comentario en un mismo texto. Por último, con respecto a las relaciones de architextualidad, éstas no resultan significativas para rastrear los decires de una persona en particular, como es el caso de nuestro estudio. 

Hacia una genealogía intertextual feminista

Genealogías feministas

Trazar una genealogía alternativa a la narrativa predominante patriarcal occidental ha sido preocupación de los feminismos académicos tanto como de los activistas. Subterránea, frágil y menospreciada, aún así el feminismo blanco del Norte logró armar una cadena con esos nombres que nos resuenan como referentes feministas: Safo, Christine de Pizan, Mary Wollstonecraft, Clara Zetkin, Alexandra Kollontái, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, por nombrar sólo algunas que en diferentes momentos históricos y pertenecientes a tradiciones políticas y teóricas diversas fueron conformando lo que se identificó como pensamiento feminista occidental. Sin embargo, hemos entendido con el feminismo de la diferencia que no hay un solo feminismo sino múltiples e incluso contradictorios feminismos con sus diferentes y agujereadas genealogías. Desde los territorios, en nuestro país, en nuestra región y en el Sur global, con nuestras lenguas y cosmovisiones, nos sentimos cercanas a las luchas de los feminismos descoloniales, feminismos negros, feminismos comunitarios indígenas, transfeminismos o movimiento queer, feminismos poscoloniales, feminismos chicanos, todo aquello que queda fuera del supuesto universal del feminismo blanco del Norte, que aún en la actualidad no termina de poner en cuestión la pretendida neutralidad en lo referido al género sexual, la racialización, la clase social, las relaciones coloniales, la ubicación geográfica.

Como lo plantearan Patricia Hill Collins (1990), desde el pensamiento feminista negro, Yuderkys Espinosa Miñoso (2019), desde la mirada descolonial (cada una con su particularidad), y también desde nuestro territorio, la filósofa y pensadora feminista mendocina Alejandra Ciriza (2015), necesitamos reanudar nuestras genealogías múltiples, contradictorias y dispersas. A diferencia del trazado del norte, Ciriza ve que en el Sur, más que una posición teórica encuadrada en un proyecto normativo, 

los feminismos han sido una práctica de transgresión o resistencia ante los dispositivos y reglas patriarcales, heterosexistas, racistas y capitalistas y se han articulado de diversas maneras a las experiencias de mujeres y disidentes sexuales en sus contextos históricos y sociales (2015: 94).

Podría pensarse que los procesos dictatoriales vividos en el continente y en nuestro país durante el siglo XX interrumpieron el desarrollo de un pensamiento feminista sólido al colocar como urgentes otras demandas sociales a las que intentaron responder los movimientos de izquierda, el marxismo y el socialismo. En algún sentido, los cruces entre estos movimientos y las contadas feministas que se consideraban como tales e intentaban continuar la lucha y el pensamiento desde esta perspectiva en la década del ´70 fueron escasos[IV]. Sin embargo, Ciriza (2015) propone considerar como feministas (aunque ellas mismas no se identificaran como tales) a aquellas mujeres que desafiaron al orden patriarcal y transgredieron el rol que se les asignaba por ser mujeres. De este modo, tejemos en la trama de nuestras genealogías las acciones y discursos de las mujeres que participaron en la resistencia a las dictaduras del siglo XX y, yéndonos más atrás, también entramamos a las que aún perteneciendo a diferentes clases sociales y tradiciones políticas reclamaron juntas por el voto femenino y el acceso a la educación (Julieta Lanteri, Elvira Rawson, Cecilia Grierson y Alicia Moreau) y a aquellas que lucharon y resistieron en distintas regiones de Abya Yala contra la invasión colonial (Manuela Sáenz, Micaela Bastidas, Juana Azurduy, Juana Ramírez, Martina Chapanay). 

Como bien sugiere la metáfora de la genealogía como un tejido[V], no se trata de algo que ya exista y que haya que descubrir o simplemente visibilizar sino de algo a construir, a entramar, seleccionando hilos y explorando vinculaciones. Esta construcción se realiza desde un tiempo presente y desde un cierto territorio, desde una situación política, cultural, ecológica, discursiva, tecnológica, entre otras cosas, por eso es que Ciriza (2020) nos invita a pensar en genealogías feministas situadas. ¿Qué voces recuperamos hoy para entramarnos con ellas, para cimentar las luchas actuales? ¿Con qué pensadoras se identifican las jóvenes de la cuarta ola, las de la marea verde, las de la cultura digital de la pospandemia? ¿cómo tejen esos hilos de las ancestras las feministas académicas y las periodistas feministas? ¿Qué nombres traen hasta nuestros días, con qué sentidos renovados, qué imágenes se construyen hoy a partir de sus decires y cómo son leídos sus textos en nuevos textos?

Función genealógica de la intertextualidad feminista

“Todo texto se construye como mosaico de citas” (1967: 3), nos recuerda Kristeva, parafraseando a Bajtín y quizás la imagen nos resulte algo exagerada. No sentimos que estemos citando permanentemente, porque muchas de estas “citas” (en términos kristevianos, no genettianos) son inconscientes, involuntarias y huérfanas. Lo que nos interesa aquí es cuando consciente y voluntariamente traemos a nuestro texto la palabra ajena para reforzar nuestras ideas, para que ilustren un concepto, para continuar el hilo de su pensamiento o, aunque sea, para decorar. Entre todas las funciones que puede tener la intertextualidad en la construcción de un enunciado, queremos destacar, para el caso del pensamiento feminista, la función de construir genealogía a través de las relaciones entre los textos, especialmente en los ámbitos periodísticos y académicos. 

Sabrina Yáñez y Fabiana Grasselli, académicas argentinas y activistas feministas, analizan cómo las autoras Gilda Luongo (Chile) y Valeria Flores (Argentina) conversan en sus textos con otras autoras feministas lesbianas y cómo construyen de este modo una intertextualidad como “estrategia de sostenimiento y reconocimiento genealógico de las ancestras” (2019: 139). El hecho de que se emplee el término estrategia no es menor ya que da cuenta de una acción consciente, voluntaria y planificada que se realiza en pos de un objetivo. Frente a tanta invisibilización y ruptura de los hilos tejidos por las ancestras feministas, esta estrategia de escritura intertextual sirve a los fines de reconocer y sostener las voces de aquellas que precedieron en el pensamiento y la lucha feministas y construir de ese modo un entramado genealógico feminista desde el cual hablar, pensar y posicionarse, tanto en el ámbito académico como en el periodístico. 

Esto nos lleva a la segunda inflexión que le atribuyen Yáñez y Grasselli a la intertextualidad feminista: “constituye una herramienta que aporta a la práctica de la re-subjetivación a través de la búsqueda y experimentación de un lenguaje propio” (2019: 140). Es a través de la escritura y del diálogo con la palabra de las otras en el propio texto que, por afinidad experiencial, puede modularse una voz propia, distanciada del “lenguaje del opresor”[VI]. Las autoras emplean metafóricamente la idea de Virginia Woolf del cuarto propio[VII] para referir que a través de las relaciones dialógicas con los textos de las feministas de otros tiempos y espacios es que puede construirse un cuarto propio compartido en el lenguaje, algo parecido a un hogar. La escritura es una tecnología de subjetivación, nos construimos a partir de ella, y una parte importante de esta construcción tiene que ver con la elección de quiénes traemos a conversar a nuestro texto y cómo lo hacemos. 

Intertextualidad. Las voces de Lorde en el periodismo y la academia

Como dijimos inicialmente, este escrito intenta develar la función genealógica de la intertextualidad feminista que, bajo diferentes registros escriturales, un conjunto de textos que usan como cita de autoridad la voz de Audre Lorde han ido construyendo tanto en el campo académico de los estudios feministas como dentro del periodismo feminista. En este apartado analizamos esas voces de Lorde que, bajo la idea de intertextualidad van dando forma, sentando las bases, a lo que hemos denominado intertextualidad feminista en función genealógica y cómo lo hacen. 

El corpus que revisamos está conformado por una serie de seis ensayos periodísticos[VIII] publicados en la revista Anfibia[IX] y seis artículos de investigación publicados en distintas revistas académicas de Latinoamérica[X] de diversas disciplinas de las ciencias sociales. Para la conformación de este corpus realizamos una selección estratégica de casos (Valles, 1999) ya que para estudiar el modo en que esta autora es citada en los discursos feministas académicos y periodísticos fue necesario realizar un recorte sobre textos que efectivamente retomaran la voz de la autora. El buscador de google académico y los buscadores de las distintas plataformas de revistas periodísticas actuales autodenominadas feministas (es el caso de la revista Anfibia o la revista Descentrada) fueron la herramienta principal que nos permitió conformar nuestro corpus de análisis. El período de producción y/o publicación de los textos comprende los años que van entre 2020-2023 en coherencia con el recorte temporal de las indagaciones relativas a narrativas feministas que nos encontramos estudiando en el marco de las transformaciones en los sentidos sociales que la pandemia y la pospandemia introdujeron en la vida cotidiana (Fernández Hasan, 2023).

Realizamos el análisis de los textos, tanto académicos como periodísticos, en dos ejes. En primer lugar, observamos cuáles son aquellas ideas o núcleos de sentido provenientes del pensamiento de Audre Lorde que convocan con mayor fuerza la invitación de esta autora a dialogar en el propio texto, construyendo de este modo una vinculación intertextual en función genealógica. En segundo lugar, indagamos acerca de las formas en que la voz de la poeta es traída al texto y observamos algunos procedimientos particulares en este sentido: la puesta en valor de esta voz, su corporización, la exploración de formas llamativas de vinculación intertextual y la intención explícita de construir genealogía feminista.

Las voces de Lorde en la academia

En los textos académicos analizados observamos la predominancia de algunos núcleos de sentido del pensamiento de Audre Lorde que son recuperados a través de la cita y puestos a circular en el ámbito del conocimiento científico. Uno de estos núcleos de sentido es la propuesta de la autora acerca de lo erótico como fuente de poder[XI]. Para Lorde (1984), lo erótico nada tiene que ver con lo pornográfico que nos ha impuesto y naturalizado la mirada patriarcal, sino con una vuelta a nosotras mismas a través del goce. El sistema afectivo patriarcal ha feminizado y deslegitimado el placer y las emociones en la búsqueda del conocimiento y en la praxis política, restándoles el poder que verdaderamente tienen. Pero, nos advierte Lorde, es lo erótico lo que conecta lo espiritual con lo político. El placer y las emociones son fuente de poder. Es allí donde las mujeres debemos encontrar nuestra fuerza, nuestro poder interno, para encontrarnos a nosotras mismas y entre nosotras. 

En este planteo es posible observar una mirada no sólo sobre cómo movernos en el mundo y cómo hacer política, sino también sobre cómo se produce el conocimiento y sobre qué conocimientos importan. Lorde se presenta como una de las principales voces, junto con otras feministas negras como hooks (2016) y Hill Collins (1990), que abogan por la consideración de las emociones y la experiencia en la construcción de conocimiento. Eso nos lleva a otros dos núcleos de sentido del pensamiento de la autora que son retomados en los textos académicos analizados. Uno de ellos es la revalorización de la experiencia como base para la construcción de conocimiento, sobre todo la experiencia de las mujeres y grupos subyugados. El otro núcleo semántico es la idea hecha consigna de “lo personal es político” que, si bien su origen “oficial” es El Segundo Sexo (1949) de Simone de Beauvoir, en los artículos analizados se recupera cómo esta idea de la pensadora francesa es tomada y recontextualizada en el Manifiesto Colectiva del Río Combahee -una declaración negra feminista- (1977), agrupación que, como dijimos, Lorde integró junto con otras militantes y pensadoras. 

En relación con esto, observamos que otro núcleo de sentido retomado en los textos académicos es la propuesta de Lorde de pensar el lenguaje en su potencialidad erótica y de revalorizar a la poesía como la forma del lenguaje que nos permitirá nombrar aquello que no tiene nombre para poder construirlo en objeto de pensamiento. Se trata de una propuesta epistemológica, pero también vital. La poesía no es para las mujeres un lujo, una actividad de ocio, sino una necesidad vital, una condición necesaria para la supervivencia. También en torno al lenguaje, otro núcleo de sentido muy fuerte que se desprende de estas ideas es la importancia de que las mujeres hablen, alcen su voz. Dice Lorde, en una frase que no nos cansamos de leer: “Mis silencios no me han protegido. El silencio no te protegerá” (Lorde, 2019b: 28). Lorde invita a unirnos con otras mujeres, a cuidarnos entre nosotras y lidiar con el miedo, que siempre está, pero que “podemos aprender a trabajar y a hablar cuando tenemos miedo, de la misma forma que hemos aprendido a trabajar y a hablar cuando estamos cansadas” (32-33). 

Por último, otro de los núcleos de sentido que hemos observado que se recupera recurrentemente al convocar a esta autora en la escritura académica es la resignificación del concepto de diferencia. Lorde propone mirar a la diferencia como algo positivo y como aquello que constituye nuestra subjetividad y nuestra manera de ver el mundo. Por eso es que tenemos que dejar de hacer de cuenta que no existen y empezar a considerarlas. La pensadora argumenta que no son las diferencias las que nos separan, sino el modo negativo en que las tratamos. No es el hecho de ser mujer o negra o lesbiana la causa de recibir violencia, sino que estas diferencias sean ignoradas o rechazadas. Las diferencias, nos dice Lorde, son fuente de poder y creatividad y son las herramientas para lograr una transformación (Lorde, 1982).

Además de observar qué ideas son retomadas del pensamiento de la autora cuando se la cita, nos interesa en nuestro estudio ver cómo es citada su voz, es decir, a través de qué procedimientos discursivos se la invoca para entramar con ella una intertextualidad feminista en función genealógica. Observamos, en primer lugar, una puesta en valor de esta voz a través de los siguientes recursos: la cantidad y calidad de citas, la ocupación de espacios privilegiados dentro del texto donde se incorpora esta voz y las valoraciones explícitas. En cada uno de los textos académicos observados en los que se recoge la voz de Lorde, no se lo hace con una sola mención o en funciones secundarias (como cita de apoyo o de expansión[XII]), sino que se la menciona varias veces acompañando el desarrollo de sus ideas a través de citas destacadas, integradas y de parafraseo[XIII], es decir, a través de procedimientos de atribución del conocimiento que ponen en valor lo dicho por la autora y a la autora misma. Además, estas formas de atribución del conocimiento que se dan en el cuerpo del texto y de forma integrada gramaticalmente permiten que se puedan brindar más datos acerca de la persona citada, como su profesión, nacionalidad o género, entre otras informaciones necesarias para la construcción de una genealogía intelectual situada. 

La puesta en valor de la voz citada también puede construirse según el lugar del cuerpo del texto o del paratexto en que se realice la invitación. Consideramos que dentro del cuerpo del texto, los espacios de la introducción y de la conclusión se configuran como fronteras o puentes entre el mundo extra-textual y el mundo textual y son los lugares donde es más probable que emerja la subjetividad de las personas autoras (en forma de motivaciones, agradecimientos, sensaciones, explicitación de intereses o del lugar de enunciación). A quiénes elegimos para que nos acompañen en estos espacios textuales, a la vez personales y cruciales para el propósito de ligar vida con conocimiento, es una decisión importante que representa a su vez qué autores y autoras sostienen no sólo nuestro discurso sino nuestro pensar-con[XIV]. Es quizás en este sentido que los epígrafes podrían considerarse un espacio paratextual privilegiado para construir intertextualidad en función genealógica. La voz que convoco en el epígrafe encabeza mi texto y lo bendice, abre la puerta e invita a la casa como anfitriona de confianza. Es el llamado a la musa o a los espíritus que saben las historias. Es así como comienzan los relatos míticos, aquellos que son construcciones, pero no ficciones, aquellos que hacen el mundo y lo deshacen. 

Además de la cantidad y calidad de veces que se trae a una determinada voz y del lugar específico del texto en donde hace su aparición, la puesta en valor de la voz que se cita también puede darse a través de una valoración explícita. Por ejemplo, en un texto de Karina Bidaseca, leemos: “Inspirada en un texto tan lúcido como «Uso de lo erótico: lo erótico como poder»” (2022: 73) (itálicas propias). La autora, además de hacer mención a que el texto de Lorde la inspiró, lo valora con el calificativo de lúcido

Otro procedimiento que observamos en las formas con que se lleva adelante la intertextualidad feminista en función genealógica es la corporización de estas voces, en este caso, la de Audre Lorde. Esto aparece de dos formas. Por un lado, al citar a la poeta se reponen marcas que nos informan acerca de su género, sexualidad, raza, clase, disciplina, profesión, ideología, entre otras marcas identitarias. En otras palabras, diríamos que se sitúa la voz citada, se explicita desde qué diferencias está hablando (así como lo hace la propia Lorde en muchas ocasiones). En uno de los textos analizados, leemos: “…para la activista feminista, negra y lesbiana Audre Lorde, el placer representa…” (Crego et al., 2021: 243). Por otro lado, otra forma de corporizar las voces citadas es reponer la situación de enunciación del discurso citado, como en el siguiente ejemplo que integra los dos recursos de corporización: “Audre Lorde (habitante de “la casa de la diferencia” en su triple condición de ser mujer, negra y lesbiana) la exclama [a la conferencia] ante el público académico de la Universidad de Nueva York en 1979” (Gil y Scigalszky, 2023: 9). Las voces dejan de ser sombras y se rellenan entonces de cuerpos, cuerpos que son sexuados, generizados, violentados, gozosos, valientes y que pronuncian discursos en situaciones específicas. 

Con la intención de construir genealogía feminista a través de las citas de autoridad, no es raro que aparezcan formas llamativas[XV] de vinculación intertextual, es decir, con respecto a las frases y construcciones que se emplean para traer las voces requeridas. Por ejemplo, en el artículo de Bidaseca se lee: “Resuenan las palabras de Lorde (1984) cuando afirma: Un erotismo que…” (Bidaseca, 2022: 73) (itálicas propias). Acostumbradas a un discurso académico y su repertorio cerrado de términos para citar el discurso ajeno: dice, afirma, propone, sostiene, defiende, etc., el verbo resonar resulta al menos llamativo. La voz adquiere una presencia que va más allá del saber sobre un determinado tema. Se convierte en ecos que envuelven toda lectura, que acompañan cada paso.

Observemos este otro ejemplo de la misma autora: “...el proceso de construcción colectiva de cuerpos otrificados de mujeres, trans, negras, afectados como nos recuerdan los textos de Mbembe (2006; 2013), Lorde (1984), y Glissant (2017), por los procesos coloniales/ imperialistas y neocoloniales de captura” (Bidaseca, 2022: 77) (itálicas propias). En este caso, la cita de Lorde está trenzada con otras voces (Mbebe y Glissant) en una suerte de cita de apoyo, pero el verbo que emplea la autora (recuerdan) y, sobre todo, el pronombre (nos) que indica el objeto indirecto resulta llamativo. El discurso académico más tradicional nos ha acostumbrado a despersonalizar las frases, por lo que la mención de ese nos, que es un apócope de nosotros o nosotras o nosotrxs, hace ingresar de repente a las personas al discurso, al decir de Dorothy Smith[XVI] (1989). Ese nos enlaza a enunciadora (Bidaseca), lectorado (nosotras autoras aquí) y otrxs con el entramado sugerido de Lorde, Mbembe y Glissant en una operación de construcción genealógica a través de la vinculación intertextual. 

Por último, destacamos como procedimiento de intertextualidad feminista en función genealógica la intención explícita de construir genealogía feminista, en este caso, ingresando a Audre Lorde al tapiz. Esto se realiza a través de la articulación de la autora en línea con otrxs autorxs, ya sea de manera integrada o entre paréntesis como cita de apoyo. Veamos unos ejemplos. El primero de construcción de genealogía de manera integrada al texto. El segundo de construcción de genealogía a través de la cita de apoyo:  

En el plano internacional, algunas voces iniciáticas que desplazaron los sistemas de inteligibilidad dicotómica de la emoción/razón, para, en su lugar, priorizar la manera en que éstas se mueven placenteramente entre los cuerpos, fueron las de Eve Kosofsky Sedgwick, Gayle Rubin, Audre Lorde y Judith Butler (Crego et al., 2021: 243).

Las epistemologías feministas, ya desde mediados de la década del ’70, vienen reivindicando el estudio de la experiencia, así como la revalorización de perspectivas históricamente desacreditadas por la ciencia tradicional, para la producción de conocimientos científicos (Hill Collins, 1986; Hooks, [1990] 2019; Lorde, [1984] 2007; Moraga y Castillo, 1988; Sandoval, 1991; Smith, 1983) (Malnis, 2023: 2).

Como observamos, algunos de estos procedimientos para incluir la palabra ajena caen dentro de la norma escrituraria académica y otros son más bien llamativos, en el sentido de interpeladores y provocadores. Más o menos toleradas, estas son las formas con que, al menos en el corpus estudiado, las académicas traen la voz de Lorde a su texto para construir con ella genealogía intelectual feminista.

Las voces de Lorde en el periodismo

Los seis escritos de Anfibia comparten un núcleo de sentido que, aunque trabajado desde diferentes aristas y asociado a problemáticas distintas, emerge como un aglutinante. La libertad como tópico urgente de los feminismos es desarrollado por cinco de lxs periodistas e intelectuales a cargo de los ensayos a través de estrategias disímiles. En el caso de “Caminante no hay camino, de Gabriela Veronelli, se trata de la coalición de las mujeres de color como un proyecto feminista que incluye a negras, latinas, chicanas, asiáticas, nativas y árabes como el único camino hacia una libertad que permite que su ser sea, no para ser usado, sino para ser creativo. En “Ese vital desacuerdo, de Laura Fernández Cordero, el énfasis está puesto en una lectura y una escritura como prácticas liberadoras que permitan la revisión de una historia de los feminismos en términos de nuevas libertades y subjetividades que se fueron transformando a lo largo del tiempo. “Conflictos y desafíos en el feminismo”, de Laura Klein, retoma en un escrito de rasgos históricos, diferentes hitos de los feminismos locales. Desde allí, la autora trae la noción de libertad asociada al ejercicio de un derecho y a la autonomía de las mujeres de la mano de valores liberales. Según Klein, desde los 80 se impuso el discurso de los derechos humanos. Casi una visión hereje, dice. “Los dos términos más prestigiosos de los derechos humanos —Vida y Libertad— se enfrentaban a muerte” (Klein, 2020). Estos tres ensayos giran en torno al movimiento, sus avatares, historia, producción de conocimiento, etc.

En una clave diferente, no ya referida al movimiento aunque con la reflexión puesta en él, en “Yo pago lo mío (no te necesito)”, Tamara Tenembaum, pone en el centro de la discusión lo controversial que sigue siendo para nosotras el acceso al dinero, su manejo, administración y gestión. La “independencia económica es una bandera que necesitamos levantar si queremos desarmar los aparatos de la violencia y la sujeción patriarcal” (Tenenbaum, 2020). La libertad aparece aquí bajo el par elusión/alusión pero trabajada sin rodeos recurriendo a citas de autoridad con ironía y crudeza. En el caso de “Merezco quedarme en este mundo”, Dolores Gil cambia radicalmente el registro. Se trata de un trabajo encarnadamente doloroso donde la libertad es una demanda ante la muerte, de derecho a elegir contra los designios de la medicina patriarcal y de un ímpetu poderosamente vital en medio del proceso de enfermar. Finalmente, “Internet se rompió”, de Axel Marazzi, es un ensayo cuyo tema no tiene que ver con los feminismos, las mujeres ni los colectivos de la diversidad sexual. Marazzi se ocupa de las redes sociales, las plataformas y su impacto en las subjetividades. Aquí la libertad tiene que ver con “generar un espacio libre y abierto para que la humanidad pueda compartir ideas y conocimientos” (Marazzi, 2020). Es una libertad de pensamiento y acción en términos liberales.

Una cita de Audre Lorde recorre los textos como un saber común compartido que nos permite pensar las subjetividades desde Lorde como parte de su legado y al mismo tiempo observar las diferentes formas en que dialogan activismo, academia y periodismo feminista en lecturas afines a través de prácticas de intertextualidad. En este sentido, Fernández Cordero refiere a Audre Lorde “advirtiendo sobre las insidiosas herramientas del amo” (2022). Laura Klein, por su lado comienza su ensayo con un epígrafe de Lorde que reza “las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo” y en el desarrollo del argumento refiere que una muestra de cómo triunfa el opresor tiene que ver con mantener ocupados a los oprimidos con las preocupaciones del amo. Tenembaum, a su vez, cita a Lorde, “con las herramientas del amo no destruiremos su casa” para justificar en su texto sobre las cantantes de trap latino y sus estrategias de mercadeo, fama, libertades y subsistencia. Finalmente, por fuera de los feminismos, Marazzi, cita a Lorde, trayendo también la frase ícono “las herramientas creadas por el amo nunca desmantelarán su casa” en el desarrollo de sus argumentos acerca de las transformaciones tecnológicas actuales, el capitalismo de plataformas y la decisión consciente de llevar el orden de cosas al lugar donde están.

 Un núcleo de sentido secundario que aparece en los textos es la noción de ira. Cuando se ha pensado a Lorde como una autora que de alguna manera resulta antecedente del giro afectivo, es precisamente por su tratamiento de las emociones. No sólo de aquellas, que como el miedo o el dolor, pueden ser transformadas a través de la escritura o del estar junto a otras sino de la bronca o la ira que, mediante organización colectiva, pueden devenir en transformación política.

Mi miedo a la ira no me aportó nada. Vuestro miedo a la ira tampoco os aportará nada (…) mi ira y vuestros miedos concomitantes son focos de luz de los que podemos valernos para crecer tal como yo me valí de la expresión de mi ira para crecer. No se trata de despertar sentimiento de culpa sino de practicar una cirugía que corrija los defectos (Lorde, 1984: 149-150).

El otro núcleo de sentido secundario que recurre en los textos periodísticos es el de genealogía feminista. La estrategia de las autoras para construir genealogía tiene que ver en estos textos, por un lado, con nombrar a aquellas que pertenecen a una misma tradición, el feminismo negro “que propone y teoriza la coalición entre mujeres que viven en la intersección de opresiones de raza, género, sexualidad y clase en los EE.UU” (Veronelli, 2021), mujeres como María Lugones, Audre Lorde, Gloria Anzaldúa, Patricia Hill Collins, bell hooks, Jacqui Alexander, Cherrie Moraga, Bernice Johnson Reagan, Chela Sandoval, Barbara Smith. Por otro lado, como dice Laura Fernández Cordero (2021), con “insistir en la historia de los feminismos”. Dar a conocer con mayor ahínco “los jaques que se hicieron a las hegemonías y a los divismos, las persistencias de sus memorias”.

El asunto de la escritura de mujeres como una metodología en Lorde, pero antes, incluso, como una forma de pensamiento y acción, que es individual y es colectiva, también cobra forma en estos ensayos. Una escritura que es siempre situada, encarnada, “escrito con el cuerpo además de la palabra” (Gil, 2023), que parte desde la propia experiencia y que será potencia para los feminismos. Cuando Lorde dice “la poesía no es un lujo” entiende poesía como iluminación, como la posibilidad de ir a ese lugar oscuro donde están las ideas por pensarse y retornar con algo nuevo para nuestra vida.

Asociada a la escritura, el último núcleo de sentido común a los textos es el par silencio/decir. Aquí, como en el caso de los textos académicos analizados, junto a la idea de “escribir para dejar testimonio de que ha sucedido” (Gil, 2023), de un decir en primera persona, de biografías unidas por acontecimientos y escrituras, flota la de que “a medida que aprendemos a utilizar los resultados del escrutinio para fortalecer nuestra existencia, los miedos que rigen nuestras vidas y conforman nuestros silencios comienzan a perder el dominio sobre nosotras” (Lorde, 1984: 15). Por eso, Lorde asevera que sus palabras estarán ahí, para decir del miedo, de las exclusiones, de las violencias, del dolor, de las opresiones y que decir/escribir para las mujeres “no es un lujo” sino que

la poesía no sólo se compone de sueños y visiones; es la estructura que sustenta nuestras vidas. Es ella la que pone los cimientos de un futuro diferente, la que tiene un puente desde el miedo a lo que nunca ha existido (Lorde, 1984: 17).

En cuanto a la intertextualidad feminista en función genealógica en los textos periodísticos, lo primero a destacar es, en el mismo sentido que lo sucedido en los textos académicos relevados, la puesta en valor de la voz de Lorde. El recurso más utilizado es la cita textual con valoraciones explícitas. Aparece bien para desarrollar alguna idea central de la autora, bien para argumentar nociones relacionadas de otrxs pero siempre como una voz autorizada y de referencia. Un segundo recurso es su aparición junto a otras con quienes comparte una tradición que les otorga identidad y pertenencia. El listado de nombres, eventos que las relaciona y características teórico-políticas que las reúne conforma en sí mismo función genealógica dentro de estos textos.

En lo referido a cómo es citada la voz de Lorde, en qué lugar de los textos, bajo qué procedimientos discursivos para ir tramando una intertextualidad feminista en función genealógica, en el caso de estos ensayos periodísticos, hay una notable predominancia de la cita en los textos siguiendo esta idea de que lxs autorxs que elegimos para conversar de alguna manera sostienen nuestro discurso y piensan con nosotras. En este sentido, estos textos dialogan con Audre Lorde no solamente sobre feminismos, opresiones, ira, escritura, libertades sino que incluso la invitan a intervenir en relación a otros temas, como por ejemplo la web y su impacto en las subjetividades del siglo XXI.

Respecto al recurso de corporización y su reposición de marcas de género, sexualidad, raza, clase, aparece dos veces en los textos periodísticos (la feminista negra, mujeres de color).

Finalmente, las valoraciones relativas a la voz de Lorde, éstas aparecen trabajadas con diversas estrategias. La más rápida de observar es el epígrafe, como ya indicamos el espacio paratextual privilegiado de intertextualidad en función genealógica. En “Conflictos y desafíos en el feminismo”, Laura Klein abre el escrito invocando a Audre Lorde diciendo: Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo. En un desplazamiento de sentido, hacia el final, retoma la figura para centrarse en la dialéctica opresor-oprimidos que es sello de Lorde: “Una muestra de cómo triunfa el opresor: mantener ocupados a los oprimidos con las preocupaciones del amo (Klein, 2020).

Consideraciones finales: hacia una narrativa escritural en función genealógica

Nos propusimos en este escrito analizar el uso de las voces de Lorde en textos de académicas feministas y en textos del periodismo feminista que usando como estrategia lo que Kristeva denomina intertextualidad pueden considerarse eslabones de una genealogía intelectual feminista. De este modo, siguiendo las pistas de su escritura, situada y encarnada, lo que recuperamos, por sobre todo en este análisis de las diferentes narrativas escriturales, es una forma de producir conocimiento a partir de la propia experiencia y de estar con otras a través de una conversación que se encuentra en voces compartidas.

Nos planteamos algunos interrogantes disparadores al comenzar, en relación a la recurrencia de Lorde entre activistas, académicas y periodistas, a su presencia constante en las narrativas escriturales de los feminismos. Lo que Lorde dice y lo que decimos de ella confluye y se distancia en esos espacios donde la encontramos. En ocasiones, tópicos y estrategias confluyen. Del mismo modo, registramos particularidades: modalidades y modulaciones específicas. Los registros escriturales también definen territorios para decir. 

La idea de una condición para la significación de los textos asociada a la existencia en ellos de discursos anteriores y de las relaciones que mantienen entre ellos se articula aquí con la posibilidad de construir genealogía, precisamente, a través de esas relaciones. Mediante la escritura y el diálogo con otras en el propio texto puede modularse otra (s) voz (voces) en lenguajes otros, propios, que digan de nosotras y nuestros silencios.

En esa escritura que es una tecnología de subjetivación, estos textos reunidos destacan núcleos de sentido principales y secundarios que no podemos aislar del momento histórico en que fueron escritos (2020 – 2023). La profunda trastocación de la vida cotidiana durante el período de la pandemia por COVID-19 y luego, a lo largo del tiempo que se extendió la pospandemia, trajo para las mujeres y las identidades feminizadas transformaciones radicales que aún estamos repensando. Algunas de ellas tienen que ver con una revalorización de las afectividades y el lugar que éstas tuvieron a lo largo de la emergencia (Fernández Hasan, 2023). Las narrativas escriturales en tanto epocales, dan cuenta de esos sentidos que, emergentes, decían de un momento de crisis, muerte, cuidados y afectos.

Es así que entre los núcleos semánticos principales relevados destaca la propuesta acerca de lo erótico como fuente de poder, las disquisiciones de la autora acerca de qué conocimientos importan, una revalorización de la experiencia como base para la construcción de conocimiento, sobre todo de las mujeres y los grupos subyugados; una reactualización de la idea de “lo personal es político”, un reconocimiento de la poesía como la forma del lenguaje que nos permitirá nombrar aquello que no tiene nombre para poder construirlo en objeto de pensamiento, una resignificación del concepto de diferencia como constitutiva de nuestra subjetividad y nuestra forma de ver el mundo y la libertad como tópico urgente de los feminismos.

Entre los núcleos de sentido secundarios, aparece la importancia de que las mujeres hablen, alcen su voz. El par semántico silencio/decir se presenta como otro núcleo semántico que asocia al anterior y juntos dicen sobre la importancia que para Lorde tiene el lenguaje.

La noción de ira emerge como otro núcleo de sentido trabajado como un sentimiento que nos acompaña toda la vida, a lo que si le tememos no nos aportará nada, en palabras de Lorde. Se erige así la noción de ira organizada. 

Finalmente, los últimos núcleos semánticos que recurren a lo largo de los textos: la idea de genealogía feminista y la de escritura fungen de articuladores tanto en lo que refiere a lo que los textos dicen (los nombres que aparecen, los momentos históricos narrados, las experiencias destacadas), como en lo que para nosotras implican ambos tópicos para comprender el legado de Lorde en el marco de la función genealógica de la intertextualidad feminista.

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* Doctora en Ciencias Sociales, Especialista en Género y Políticas Públicas, Investigadora del CONICET, docente de grado y posgrado UNCuyo. Contacto: vfhasan@mendoza-conicet.gob.ar

** Virginia Abello, Licenciada en Lengua y Literatura UNRC y maestranda en la Maestría de Estudios Feministas UNCuyo. Contacto: virginiaabello13@gmail.com

 

Valeria Fernández Hasan; Virginia Abello. “Las voces de Audre Lorde. Narrativas escriturales en función genealógica” en Zona Franca. Revista del Centro de estudios Interdisciplinario sobre las Mujeres, y de la Maestría poder y sociedad desde la problemática de Género, N°32, 2024 pp. 9-40. ISSN, 2545-6504 Recibido: 31 de julio 2024; Aceptado: 4 de agosto 2024

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[I]  La colectiva que redactó el manifiesto estaba conformada por Barbara Smith, Angela Davis, Gloria Anzaldúa, Cherry Moraga, Cheryl Clarke, bell hooks, Patricia Hills Collins, María Lugones, Juanita Ramos, Kimberly Crenchaw, Audre Lorde, entre otras.

[II] El continuum lésbico de Rich (1986) incluye toda una gama de experiencias: formas de intensidad primaria entre dos o más mujeres, incluyendo el compartir una vida más profunda y rica, la unión solidaria contra la tiranía masculina, el dar y recibir apoyo práctico y político. Comprende, sostiene Rich, tanto la ruptura con un tabú como el rechazo de un modo de vida obligado. Es, también, un ataque directo o indirecto contra el derecho masculino de acceso a las mujeres

 

[III] Ver Tennina (2020), Richard (2009) y Abello (2022).

[IV] Por mencionar algunos nombres: Mirta Henault, Isabel Larguía, María Elena Walsh, María Luisa Bemberg, María Elena Oddone (ver Catalina Trebisacce, 2008).

[V]  En otro artículo, Alejandra Ciriza repasa este concepto de genealogía como “trama” o “urdimbre” desde distintas autoras: Julieta Kirkwood, Safina Newbery y Silvia Rivera Cusicanqui (Ciriza, 2020).

[VI] Lenguaje del opresor es una construcción que la socióloga canadiense Dorothy Smith recupera de un poema de Adrienne Rich, “Arden papeles en vez de niños” (1968), y emplea en el artículo titulado “El uso del lenguaje del opresor” en El mundo silenciado de las mujeres (1989). Este lenguaje se caracteriza por convertir a las personas en objetos a través de la utilización de abstracciones o categorías teóricas alejadas de la experiencia concreta. El lenguaje del opresor nos lleva a las mujeres a una relación extraña con nosotras mismas, nos aleja de nosotras y de los mundos vivos y vividos de todos los días.  

[VII] La escritora británica Virginia Woolf dio una serie de conferencias en 1928 en el Newnham College y el Girton College, ambas universidades femeninas de la Universidad de Cambridge, que luego publicó como ensayo en 1929 bajo el título A room of one´s own. Invitada a hablar de las mujeres y la novela, desplazó el eje de discusión hacia su reconocida tesis económica de que las mujeres para escribir necesitan un cuarto propio, en el sentido de disponibilidad de dinero (para disponer así de tiempo y espacio para la escritura). 

[VIII]  “Yo pago lo mío (no te necesito)”, “Conflictos y desafíos en el feminismo” e “Internet se rompió” de 2020; “Ese vital desacuerdo” y “Caminante no hay camino” de 2021; “Merezco quedarme en este mundo” de 2023.

[IX] Anfibia es una revista cultural digital editada por la Universidad Nacional de San Martín dedicada desde 2012 a contenidos periodísticos y académicos de actualidad local y regional latinoamericana. Su nombre refiere a los dos mundos que la publicación reúne: el periodismo y la academia.

[X] Revista Descentrada (Argentina), Revista Huellas (Argentina), Revista Resistances (Ecuador), Revista RAIN (Argentina), Revista TEMAS. Cultura, ideología, sociedad (Cuba) y Fronteiras. Revista de Historia (Brasil).

[XI]  Ver los aportes de la feminista negra bell hooks (2016) que, junto a Lorde, ha profundizado en el abordaje de lo erótico. 

[XII] Ken Hyland (1999) habla de citas de apoyo cuando aparece el apellido del autor/a citado/a entre paréntesis acompañando ideas que desarrolla el propio autor/a del texto. Generalmente, suelen aparecer varias autorías mencionadas en conjunto dentro de un mismo paréntesis. Las citas de expansión son aquellas que en nota al pie proponen lecturas para profundizar en el conocimiento del tema abordado. Suelen comenzar con la frase “Veasé…”. 

[XIII] Las citas integradas son citas textuales de menor extensión (menos de 40 palabras en la última versión de APA) que aparecen unidas gramaticalmente al texto principal, aunque resaltadas a través de las comillas o las cursivas. Las citas destacadas son citas textuales de mayor extensión (más de 40 palabras en la última versión de APA) que aparecen en el texto en párrafo aparte y con una marginación y un tamaño de letra diferentes a los propios del cuerpo del texto. Las citas de parafraseo son reformulaciones del discurso ajeno integradas al cuerpo del texto y con el nombre del autor/a entre paréntesis (Hyland, 1999).

 

[XIV] En el sentido que le da Donna Haraway al término compuesto en Seguir con el problema (2019). Dice Haraway: “La pregunta de con quién pensar es inmensamente material” (p. 77).

 

[XV] Empleamos este término en el sentido en que lo hace Sylvia Molloy en “La flexión del género en el texto cultural latinoamericano” (2002). La autora propone como ejercicio crítico realizar lecturas llamativas a los textos canónicos latinoamericanos, entendiendo llamativa “en el doble sentido de este término, es decir, notable, escandalosa si se quiere, y a la vez eficazmente interpeladora” (166).

 

[XVI] En “El uso del lenguaje del opresor” (1989), Dorothy Smith señala que existe una lengua y un método para el estudio feminista, aunque aún están por descubrirse. Da algunas pistas para ir a su encuentro. Un primer paso es considerar el sexo de las personas involucradas en la investigación (tanto de quienes investigan como de quienes son investigadxs y de lxs autorxs teóricxs citadxs). Un segundo paso es reconocer la existencia de un orador real en el discurso científico (sobre todo identificar que en la mayoría de los casos es hombre y desde una posición de poder). Y luego observar el lenguaje académico, frío, objetivado, que ella denomina “el lenguaje del opresor”.