El género en
el estudio de sistemas electorales. Análisis de la ciencia política argentina
María Emilia Perri ⃰
Resumen
El estudio de
los sistemas electorales ocupa un lugar central dentro de la ciencia política
argentina. A partir de ellos, comenzó una nueva línea de investigación que
buscaba transparentar las diferencias de género en política y el rol de los
sistemas electorales.
Las
producciones al respecto demuestran un claro lineamiento con las posturas
institucionalistas, donde lo importante es analizar cómo afectan las reglas,
normas o conductas sociales a los diferentes actores políticos. Ello nos
permite realizar un racconto de lo sucedido dentro de la disciplina argentina y
pensar los caminos futuros.
En este
trabajo, se analizará las formas en que las categorías de género han sido
incorporadas en las investigaciones respecto de los sistemas electorales y de
la participación en la ciencia política argentina. ¿Qué ha quedado por fuera de
estos estudios? ¿Qué otras líneas de investigación se proponen?
Palabras Claves: Participación política - Ciencia política – Género– Sistemas
electorales
Gender in electoral system studies. Analyses of Argentinean political sciences
Abstract
The study of electoral systems occupies a central place in Argentine political science. From them, began a new line of research that sought to make transparent gender differences in politics and the role of electoral systems.
The productions in this matter show a clear alignment with the institutionalist positions, where the object is to analyze how the rules, norms or social behavior affect the different political actors. This allows us to make a summary of what happened within the Argentine discipline and think about future paths.
In this paper, we will analyze the ways in which gender categories have been incorporated in research regarding electoral systems and participation in Argentine political science. What has been left out of these studies? What other lines of research are proposed?
Key Words: Political participation – Political science– Gender– Electoral systems.
Introducción
Dentro de
la ciencia política argentina, ocupa un lugar central el estudio de los
sistemas electorales y las maneras en que ello afecta el sistema político y a
los individuos que en él se encuentran (Duverger 1955; Sartori 2007,2009). En
este sentido, en las últimas décadas el análisis de las diferencias de género
en estos procesos se ha transformado en una robusta línea de investigación
(Dahlerup 2002; Krook 2009; Norris 1985).
No
obstante, en dichos trabajos se observa un enclave institucionalista muy fuerte
que se traduce en trabajos respecto de la representación descriptiva de varones
y mujeres (Archenti y Tula 2014a; Llanos y Sample 2008; Marx, Borner y
Caminotti 2006). Este fuerte mainstream institucionalista se acopla al
desarrollo de la ciencia política argentina, que recientemente comienza a
buscar nuevas miradas respecto de los fenómenos políticos y electorales.
Dicha
perspectiva surge desde Estados Unidos y se reproduce en todos los cónclaves
académicos hasta el día de la fecha. Esta línea de análisis se ha enfocado en
la manera en que las instituciones afectan el desarrollo de un sistema político
y de los individuos que lo componen. La impronta que la misma ha tenido en el
desarrollo de la ciencia política argentina es innegable cuando vemos la manera
de abordar el estudio de los sistemas electorales con perspectiva de género.
Estos
últimos llevan más de veinte años de producción científica argentina. Con lo
cual es posible realizar un racconto de lo sucedido y pensar los caminos
futuros en el contexto disciplinar.
Por lo
antes mencionado en el presente trabajo se buscará observar la manera en que el
género ha sido incorporado como variable de análisis en las investigaciones
sobre sistemas electorales y participación política; principalmente en la
academia argentina.
Para ello,
primero se establecerá cuál ha sido esta corriente principal dentro de la
ciencia política argentina, y cómo ello ha impactado en el área de conocimiento
que aquí nos interesa. Luego se analizará específicamente los trabajos respecto
de los sistemas electorales, la participación política y el género en Argentina
y se realizarán algunas reflexiones en torno de lo que resta alcanzar.
Finalmente,
las preguntas que se intentarán responder serán si existen vías alternativas al
institucionalismo dentro de la ciencia política argentina. ¿Qué ha quedado por
fuera de dicho análisis? ¿Qué otras líneas de investigación se proponen al
margen del institucionalismo?
El mainstream: ¿qué es el institucionalismo?
El nuevo
institucionalismo como paradigma dentro de la ciencia política surge a partir
de 1970 y partirá de la oposición a la cosmología comportamentalista: el
comportamiento humano no es libre de restricciones constitucionales y el mundo
político es un mundo institucional. March y Olsen (1993) establecen que el
nuevo paradigma institucionalista parte de la noción de que las instituciones
políticas tienen una relativa autonomía, entendiendo que el Estado no sólo se
ve afectado por la sociedad, sino que también la afecta.
El
paradigma piensa y analiza el diseño de las instituciones políticas, y para
esto recupera del Antiguo Institucionalismo la concepción de que las
instituciones deben ser entendidas como variable explicativa, mientras que
mantiene del comportamentalismo el rigor metodológico y la orientación
cuantitativa y empírica. Por lo tanto, transforma la cosmología pero mantiene
la metodología del paradigma anterior.
Es una
vertiente analítica que observa todas las reglas de interacción política
(incluidas las económicas y las sociales) y así amplía la concepción de lo que
debe entenderse por instituciones. En este contexto los actores políticos deben
reflejar los valores de las instituciones con las que se asocian, las cuales se
asume que influencian a los actores (Peters 1999).
Mackay,
Kenny y Chapell (2010) establecen que el Nuevo Institucionalismo permite comprender
las maneras en que las instituciones modelan el comportamiento de los
individuos mediante reglas, normas y políticas.
En el mismo
período, las teorías feministas construyeron diferentes líneas teóricas
buscando transparentar las maneras en que la mujer se constituyó a lo largo de
la historia en sujeto oprimido. Dentro de estos trabajos encontramos el rol que
el Estado ha tenido en ese desarrollo. Autoras como Pateman (1996) o Phillips
(1996) nos ayudan a pensar las diferencias, en cuanto a inclusión y ciudadanía,
que presentaron a lo largo de la historia mujeres y varones.
En los ’60
y ’70 los estudios anglosajones estuvieron signados por la corriente de
“Estudio de la Mujer”, la cual posiciona el concepto mujer como una categoría
de análisis dentro de las ciencias sociales. Pero el principal problema aquí,
radica en que esa categoría hace referencia a la mujer blanca y burguesa; hay
una ausencia del tratamiento de las intersecciones entre clase, raza y sexo. A
raíz de ello, a partir de los 80, surgen los Estudios de Género para superar
dichas limitaciones.
Ello tuvo
su correlato dentro del institucionalismo, en donde surgió una manera de
analizar las instituciones desde los géneros, particularmente desde el
feminismo: El Institucionalismo Feminista (a partir de aquí IF). Éste vincula
dos líneas de análisis muy diferentes: pone a dialogar los aportes del
neo-institucionalismo con las teorías feministas. De esta manera, se busca
indagar acerca de la manera en que las instituciones afectan al desenvolvimiento
de grupos minoritarios, como el colectivo femenino.
El IF
intenta explicar las diferencias de género entre varones y mujeres, suponiendo
que las instituciones también tienen injerencia en la ampliación o disminución
de las brechas de género. Desde esta mirada, las instituciones formales e
informales y cómo ellas operan, importan. Pero ¿cómo interviene el género
dentro de ellas? La principal respuesta es que el género se encuentra en las
dinámicas centrales de las instituciones. Krook y Mackay (2011) establecen que
argumentar que una institución se encuentra generizada significa que lo
masculino y lo femenino están entrelazados en la cultura diaria de las
instituciones. El vínculo entre institucionalismo y feminismo puede
considerarse como una relación de mutuo beneficio (Mackay, Kenny y Chapell
2010).
Ahora bien,
¿por qué utilizar este encuadre teórico para observar la participación de
mujeres en política? Existen instituciones políticas que pueden afectar la
forma en que se incluyen las mujeres en el contexto político; instituciones
como los partidos políticos, los sistemas electorales o la legislatura, y
también instituciones no formales como normas de comportamiento implícitas que
se establecen hacia dentro de las anteriores o pautas sociales y culturales que
las atraviesen.
Estas
instituciones modifican la participación de los diferentes actores en política,
establecen determinados procesos de selección de candidatos y particulares
maneras de construir las carreras políticas. En este sentido, el IF pone el
enfoque en el contexto institucional, entendiendo que es éste el que determina
el impacto de las reformas electorales (Bluckley, Mariani y White 2014).
En esta
línea de análisis, no sólo pensamos en el sistema electoral como una regla
formal que determina las posibilidades de varones y mujeres de ingresar a
cargos de elección popular, sino también reflexionando en torno a que estas
reglas son permeadas por la cultura política que establece roles femeninos y
masculinos. Esto podría generar estructuras de posibilidad diferentes de
acuerdo al sexo, limitando el derecho a participar y subordinando a un
determinado grupo.
Se
establece que, a pesar de la inclusión de acciones afirmativas tendientes a
igualar las realidades de varones y mujeres en política, ésta última sigue
siendo un ámbito regido por una hegemonía masculina (Johnson 2014). Esto indica
que las lógicas y las dinámicas de poder partidarias y políticas no se han
modificado en función de los nuevos patrones de género.
Lo cual nos
lleva a la necesidad de que, a la incorporación de medidas específicas que
implementen un trato diferencial para las mujeres dentro del derecho electoral,
sea acompañada de un estudio sobre la cultura política y los estereotipos, en
la sociedad en general y en los partidos políticos en particular.
Dentro del
IF será necesario recuperar las discusiones en torno al concepto de cultura
política. Huntington y Harrison establecen la cultura en términos subjetivos,
entendiendo que en ello se encuentran “los valores, las actitudes, la
creencias, orientaciones y suposiciones subyacentes que prevalecen entre las
personas que conforman una sociedad”(Huntington y Harrison 2001: 17). Y en esta
línea las instituciones reproducen dichos valores y orientaciones.
Ahora bien,
es necesario centrarse en aquellas concepciones, normas y valores enfocados
hacia el ámbito específicamente político. Para Almond y Verba (1970) la cultura
política son las orientaciones políticas, aquellas posturas relativas al
sistema político y a sus elementos constitutivos, como así también al rol de
cada individuo dentro de dicho sistema.
Según Heras
Gómez (2002) la sociedad es el conjunto de las relaciones invisibles que los
individuos establecen entre sí. Estas relaciones forman estructuras e
instituciones, las cuales dan significado a la acción social, y es aquí donde
entienden que se localiza la cultura política. En esta línea, Lechner(1997)
propondrá que es necesario indagar los sistemas de valores, las
representaciones simbólicas y los imaginarios colectivos.
El IF
mostró una manera de pensar las instituciones y en ella la cultura de un
sistema político definido, a partir de observar cómo eran atravesadas por el
género. La pregunta que queda responder es cómo esto se tradujo en el estudio
de los sistemas electorales y el género dentro de la ciencia política
argentina.
Sobre estudios de género y sistemas electorales en Argentina
Para
explicar el comienzo de los estudios de género y sistemas electorales y la
influencia institucionalista, es necesario remontarnos a trabajos de corte
historiográficos. Aquí podemos observar bibliografía referida al desarrollo de
las mujeres dentro de los espacios públicos y a la concreción de ciertos
derechos -ejercicio del voto, participación sindical o partidaria, ejercicio
del derecho a ser elegida-. Estos trabajos abordan la cuestión desde una visión
histórica estableciendo de manera descriptiva los procesos y las acciones que
generaron la igualación de derechos (Barrancos 2002).
En cuanto a
los estudios propiamente politológicos de género, los mismos van a tener un
impulso mayor a finales de siglo XX de la mano de la “Convención sobre la
Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer” (CEDAW por sus
siglas en inglés). Aquí la mirada estuvo puesta en la capacidad que tienen las
instituciones públicas y sus recursos humanos de generar políticas públicas
bajo perspectiva de género (Rigat-Pflaum 2008). Se establecieron protocolos
para la incorporación de la mirada de género en diferentes entidades públicas,
muchas veces sin la contemplación necesaria de las características particulares
de los Estados y sus sociedades.
Otra
vertiente de análisis es la que indaga acerca de la inclusión política de la
mujer y su acceso a espacios de poder. El objetivo principal es transparentar
las diferencias entre los géneros y buscar soluciones a esta problemática. Es
así que se generó una importante producción académica vinculada a los
porcentajes de participación de mujeres en diferentes ámbitos.
Comenzaron
a desarrollarse trabajos acerca de los efectos del sistema electoral y de su
capacidad para disminuir o aumentar la inclusión de mujeres en cargos
electivos. La sanción de los cupos fue el puntapié inicial para abordar sus
efectos. Surgen de este modo, estudios sobre cuotas de género y su desempeño a
partir del sistema electoral en el que se insertan (Archenti 2000; Archenti y
Tula 2008, 2014a; Marx, Borner y Caminotti 2006). Esta etapa va a estar
caracterizada por su corte institucionalista, al darle una preponderancia
dentro del análisis a las reglas formales por las cuales se acceden a cargos
electivos.
Son estos
trabajos los que establecerán como regla general que las mujeres tienen mayores
posibilidades de resultar electas en sistemas proporcionales bajo
circunscripciones plurinominales, con listas cerradas y donde existan
legislaciones de cupo, las cuales a su vez tienen que establecer mandatos de
posición en la constitución de las listas y sanciones para aquellos partidos
que infringen la norma (Atela 2011).
El lugar de
la ley de cupo argentina sancionada en el año 1991 abrió un campo de análisis
en torno a si dicha legislación modificaba los patrones políticos establecidos
en términos del género (Piatti-Crocker 2014). Esto derivó en estudios respecto
de las diferentes adaptaciones que las provincias hicieron de ella, y cómo ello
afectó la participación de las mujeres (Fernández y Ruiz 2014; Martin 2014).
En esa
línea surgió también el cuestionamiento al federalismo electoral argentino
(Caminotti y Freidenberg 2016). El análisis de las cuotas de género
subnacionales plantea la libertad que el federalismo electoral permite a la
hora de la incorporación de acciones afirmativas, las cuales en algunas
provincias suele distar mucho de la legislación nacional (Caminotti 2014).
La
aparición mediática y política de la paridad electoral como respuesta ante lo
que los cupos no lograron conseguir, promovió el desarrollo del estudio de las
legislaciones sobre la paridad en Argentina (Albaine 2015; Archenti y Albaine
2018; Archenti y Tula 2014b). Nuevamente el análisis se hace sobre los
porcentajes de mujeres que, luego de implementada la paridad, acceden a cargos
legislativos. La novedad será que se incorpora al debate la cuestión de la
violencia que este tipo de legislaciones transparenta[I].
El
recorrido anterior nos señala cómo el interés principal estuvo puesto en
demostrar cuantitativamente que varones y mujeres no eran iguales a la hora de
observar la conformación de los cuerpos legislativos ó de los equipos
ejecutivos de gobierno. Se demostró que la incorporación de mujeres generaba
diferentes aportes a la hora de, por ejemplo, el tratamiento de determinados
temas dentro de los Congresos (Marx, Borner y Caminotti 2008).
Esto será
criticado por Archenti (2000), quien considera que no todas las mujeres tienen
que tener las mismas perspectivas o intereses, como tampoco sucede con los
varones, en este sentido señala la heterogeneidad de los grupos y cómo ello
impacta en las temáticas trabajadas por los legisladores.
Finalmente
encontramos las discusiones que se dan en torno al lugar de los partidos
políticos en esta búsqueda de igualdad, pensándolos como instituciones a las
cuales las diferencias de género las atraviesan. La importancia de ellos radica
en que son el primer escalón que las mujeres deben superar para pensar sus
carreras políticas. Se comienza a indagar sobre la selección de candidatos y el
lugar de las élites partidarias en la inclusión de mujeres (Caminotti, Rotman y
Varetto 2014).
Se
establecieron los sesgos que se hallaban dentro del proceso de selección de
candidatos y que dificultaban el desempeño femenino (Johnson 2014). Estos
estudios entendieron a los partidos políticos como “hacedores de candidaturas”;
Archenti y Tula (2009) señalan que los partidos y alianzas electorales muestran
un comportamiento “burocrático y minimalista” al aplicar las leyes de cuotas de
género, consolidándose así una configuración de género en el armado de las
listas como varón-varón-mujer.
Estas
investigaciones que abordan la problemática de la selección de candidatos y las
trayectorias políticas en clave de género discuten la necesidad de rever los
ámbitos en los que el colectivo femenino intenta participar y las dificultades
que tiene al hacerlo.
En lo antes
dicho, se observa la carencia de estudios respecto de grupos de identidades
disidentes. ¿Qué sucede con los grupos LGBTI? Esta es una línea de análisis que
todavía la ciencia política en Argentina no ha logrado vincular en el área de
sistemas electorales y participación política. El análisis de estos grupos se
ha realizado desde una mirada sociológica sin pensar en su rol dentro de los
canales políticos tradicionales de participación (Figari 2017; Maffia s/f;
Simonetto 2014). El análisis de género dentro del estudio de los sistemas
electorales y de la participación política se ha dado a partir de planteos
binarios y heteronormados.
A su vez,
el análisis de las masculinidades y su importancia en la manera de incorporarse
en política por parte de varones, tampoco ha sido analizado en profundidad. La
perspectiva de género ha estado direccionada a transparentar el lugar de la
mujer dentro de los espacios de poder.
Las alternativas latinoamericanas
En función
de lo anterior se observa una preponderancia de la mirada institucionalista en
la manera de estudiar la participación política de mujeres en Argentina.
Principalmente se encuentra el análisis de normas formales, como ser leyes de
cupo, reglamentaciones partidarias, proyectos legislativos; como así también
composiciones de listas o de cuerpos legislativos. Por otra parte, se observa
un escaso desarrollo del análisis de la cultura política argentina y de los
sesgos de género que en ella pueden aparecer.
Se
requiere, entonces, recuperar en este debate, las corrientes de análisis feministas
latinoamericanas, ya que posibilitan el reconocimiento y evaluación de los
diferentes tipos de opresión en nuestra región, bajo una matriz decolonial
(Catalán Marshall 2017).
Los
estudios latinoamericanos surgen como crítica a la mirada anglosajona, no
obstante, se sostienen sobre teóricas como Fraser o Pateman. Estas ideas darán
lugar a lo que Femenías (2012) determina como “Pensamiento Utópico Feminista”,
donde se busca transformar la sociedad, modificando las condiciones
socio-simbólicas vigentes a partir de trastocar los roles tradicionales de las
mujeres y los varones.
Estos
estudios permiten repensar discursos que se sostienen en la ciencia política
argentina y que han sido aprendidos y colonizados en función de ideas y
conceptos del primer mundo, basados en realidades ajenas.
Retomar a
estudiosas dentro de las disciplinas sociales ayuda a comprender el sentido del
feminismo en nuestro contexto. Ejemplo de ello es lo que realiza Levín (2014)
al utilizar los conceptos de Fraser para explicar las nociones de
justicia/injusticia en América Latina[II].
Por su
parte, Serret (2012) establece que la sociedad democrática es un orden
institucional, formal, con un cuerpo de valores y principios axiológicos, en
donde la igualdad y la libertad son entendidas como universales. Para esta
autora, la crítica feminista busca deconstruir este relato, para así dar cuenta
de cómo dicha sociedad se sustenta en la subordinación de mujeres. Este punto
es difícil encontrarlo en los trabajos de corte politológicos.
A su vez,
la corriente latinoamericana proporciona un encuadre metodológico para
incorporar la mirada respecto de los grupos disidentes. Constantemente se pone
en discusión el reduccionismo de determinados análisis respecto de la
utilización del concepto de género aplicado a la variable mujer, incluso
pensando mujer en términos patriarcales (Lagarde 1997).
En esta
línea se critica la homogeneidad con que se usan los conceptos, lo cual si
luego pensamos dentro de la disciplina podemos observar cómo se espera que las
mujeres trabajen determinados temas o respondan de la misma manera a
determinadas demandas.
El sumar
esta perspectiva al análisis de los sistemas electorales y la participación
política, implica considerar que la cultura política y las instituciones en
América Latina tiene que ser estudiada desde la diversidad de las sociedades
latinoamericanas. Lo que supone dar una mayor importancia en el estudio a la
historicidad, a la diversidad de discursos y a las subjetividades de los
actores (Lechner 1996; Millán La Rivera 2008).
En función
de lo antes mencionado, podríamos establecer que, para pensar la incorporación
de mujeres y varones en espacios de poder, debemos primero observar las
prácticas políticas de los actores, y en ello la cultura política argentina. Lo
cual permitirá observar sesgos de género que se sostienen en el ámbito político
y que son estructurantes y particulares de una determinada sociedad. Estos
sesgos demuestran las relaciones de poder que se reproducen a lo largo de la
sociedad.
Es así que
puede observarse una mirada social sobre la mujer en donde se entiende la
existencia de ciertas características atribuibles a las mujeres (que el varón
no tiene) y que ante su inclusión permitirán un cambio positivo en la práctica
política (Del Valle 2008). Esto generaría estereotipos sobre cómo la mujer debe
participar en política, sosteniendo así la reproducción de un Estado patriarcal
y generando un “vacío de conciencia política de género en las mujeres, aunado
al machismo […]” (Lagarde 1999:3).
En esta
línea Astelarra explica que ya ha sido demostrada la existencia de sesgos que
reflejan prejuicios androcéntricos: “El principal de ellos es la consideración
de la conducta masculina como parámetro de la “normalidad” política. […] los
comportamientos femeninos que no fueran iguales son considerados como ejemplos
de desviación” (Astelarra 1987: 149).
Para esta
autora, la cultura política también se expresa a partir de las actividades
políticas (las cuales deben ser miradas desde la división sexual del trabajo,
ya que esta reproduce el sistema de género vigente). De esta manera, se
determinan espacios sociales femeninos y masculinos, y así también formas de
relacionarse entre varones y mujeres, lo cual tiene su traducción en
determinadas prácticas políticas.
Por lo que
estos sesgos, la cultura política, las prácticas y la identificación sobre cómo
debe ser la mujer y el varón en política, podrán observarse en función no sólo
de la composición de las listas y de la resistencia pública a legislaciones de
cuotas, sino también a través de la reconstrucción de las carreras y de la
observación sobre la participación en diferentes espacios políticos.
Visibilizar los ámbitos de participación política permitirá mostrar el lugar
que ocupa cada individuo dentro de su espacio y determinar verdaderamente
cuáles son las nociones de género vigentes en dicho sistema.
Conclusiones
Con el
presente trabajo se intentó reconstruir las discusiones actuales que vinculan
los sistemas electorales y la perspectiva de género, dentro de la ciencia
política argentina. A partir de la impronta institucionalista que ha tomado la
disciplina se observa un desarrollo importante en términos de análisis de
instituciones formales (constituciones, leyes de cuotas o paritarias, proyectos
de leyes) como así también el estudio de las composiciones de listas y de los
Congresos en términos binarios.
Con esto
último se observa una laguna dentro de la ciencia política, la cual no da
cuenta de las discusiones respecto de las sexualidades disidentes. ¿Cómo se
representan políticamente estos grupos? ¿Bajo qué sistemas electorales aumenta
su participación? ¿Cuál es el lugar de las masculinidades? Éstas son algunas
preguntas que todavía no tienen respuesta dentro de la disciplina.
A pesar de
ello, mucho se ha escrito sobre cómo los sistemas electorales argentinos
afectan la manera de incorporarse en política que tienen las mujeres. Pero poco
se ha abordado respecto del modo en que lo informal define dónde se participa y
por qué se lo hace de esa forma.
Este trabajo
intentó pensar en las teorías que desde la corriente feminista latinoamericana
se gestan en torno a conceptos como cultura política, prácticas políticas y
sesgos de género. Éstas permiten ampliar el marco de referencia sobre el que
los cientistas políticos argentinos se posicionan para pensar participación
política y la injerencia en ella del sistema electoral.
En este
trabajo se considera que estas teorías, construidas desde la periferia, brindan
directrices para pensar las características particulares del contexto argentino
y latinoamericano, ya que las mismas no pueden ser analizadas desde teorías
construidas en el mundo anglosajón.
Es así que
se considera que estos conceptos permitirán observar las cuestiones que permean
a la norma, las cuestiones que no permiten que los cupos se den, las creencias
y normatividades sociales que se reproducen en el ámbito político.
Desde la
academia se sostiene el valor democrático, como un orden institucional y
formal, donde la igualdad y la libertad son entendidas como universales. Para
ello será necesario retomar el concepto de Democracia Genérica construido por
Lagarde (1997), éste plantea construir concepciones de mundo (que se traduzcan
al ámbito político) que no estén basadas en la opresión de género.
Los cupos o
legislaciones electorales paritarias deberán estar acompañadas por un análisis
sincero de la realidad política y partidaria, intentando transparentar la
cultura política argentina; para que, de esa manera se lleven adelante
legislaciones posibles en términos de equiparación de derechos entre varones y
mujeres.
A su vez
será necesario vincular la cuestión del federalismo electoral argentino con las
culturas subnacionales. No es lo mismo ser mujer o varón en Salta que en Buenos
Aires, y los cupos legislativos o electorales también reproducen esas
diferencias. Repensar estas situaciones permitirá acercarse al concepto de
Democracia Genérica.
Es por ello
que en el presente trabajo se intentó transparentar los vínculos entre
institucionalismo y ciencia política argentina, analizando cómo el primero
influyó en la manera de generar conocimiento en torno a sistemas electorales y
participación política.
Se
considera que el rol desde la ciencia política con perspectiva feminista debe
ser deconstruir el relato tradicional, para así dar cuenta de cómo la sociedad
política también se sustenta en la subordinación de determinados grupos -como
ser la mujer- (Serret 2012).
Los relatos
desde Latinoamérica pueden ayudar en dicha deconstrucción, planteando las
particularidades de los territorios y cómo ello afecta la manera de generar
legislaciones. Estas cuestiones no suelen estar planteadas dentro de las
investigaciones sobre sistemas electorales y este trabajo fue un intento de
repensarnos en ese sentido.
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⃰ Licenciada
en ciencia política por la Universidad Nacional del Litoral. Becaria doctoral,
Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales, Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas. Contacto: maemilia.perri@gmail.com
Perri, María Emilia. “El género en el estudio de
sistemas electorales. Análisis de la ciencia política argentina” en Zona Franca. Revista del Centro de
estudios Interdisciplinario sobre las Mujeres, y de la Maestría poder y
sociedad desde la problemática de Género, N°27, 2019 pp.197-217. ISSN,
2545-6504 Recibido: 28 de junio 2018; Aceptado: 10 de octubre 2019 |
[I] Los casos que se utilizan para sostener y analizar esta cuestión serán los de México y Bolivia ya que cuentan con legislaciones de paridad previas a las argentinas. Estudios sobre estas cuestiones pueden encontrarse en Albaine (2016,2018) y en Freidenberg y Del Valle Pérez (2018).
[II] Levín entiende por Justicia la paridad de participación, requiriendo de acuerdos sociales que permitan participar a los individuos en calidad de pares en la sociedad. El punto crítico es la brecha existente entre la retórica de la igualdad y de la justicia de género,por un lado, y la realidad de las desigualdades y las injusticias en políticas de género en Argentina, por otro.