El
género de la gestión pública federal brasileña[I]:
Mujeres
en las carreras de la gestión gubernamental (1995-2017)
Elaine de Melo Xavier ⃰
Silvia Cristina Yannoulas ⃰ ⃰
Resumen
Los procesos
de producción y reproducción de las desigualdades sociales que estructuran la
sociedad brasileña continúan restringiendo las posibilidades de competir por un
empleo público a los grupos que no reúnen condiciones para aprobación de
concurso público (establecido en la Constitución Federal de 1988 para ocupación
de cargos en la administración pública). También determinan los nichos que
están abiertos para quien logra ultrapasar las barreras iniciales. En el caso
de las mujeres, el empleo público históricamente tuvo relevancia porque otorga
garantías para el ejercicio del maternaje, pero las restringió a espacios
específicos en las áreas sociales, y aun así sin ocupar cargos relevantes. La
investigación que realizamos mostró que ellas están en áreas consideradas no
estratégicas, más expuestas al proceso de precarización, y que enfrentan
dificultades específicas para la promoción dentro de la carrera administrativa.
Las 14 personas entrevistadas nos ayudaron a comprender los mecanismos de
discriminación encubiertos.
Palabras claves: División sexual del trabajo – Sector Público – Carreras – Políticas
Públicas – Brasil.
The gender in the Brazilian federal public management: Women in the careers of government management (1995-2017)
Abstract
The processes of production and reproduction of social inequalities that structure Brazilian society continue to restrict the possibilities to compete for public employment to groups that do not meet the conditions for approval of public contest (established in the 1988 Federal Constitution for occupation of positions in public administration). They also determine the niches that are open for those who manage to surpass the initial barriers. In the case of women, public employment historically had relevance because it provides guarantees for the exercise of mothering, but restricted them to specific spaces in social areas, and even then without occupying relevant positions. The research we conducted showed that they are in non-strategic considered areas, more exposed to the precarization process, and that they also face specific difficulties for promotion within the administrative career. The 14 people interviewed helped us understand the covert mechanisms of discrimination.
Key words: Sexual division of labor – Public sector – Careers –Public policy –
Brazil.
Introducción
En un
mercado de trabajo formal en proceso de reducción y precarización, la
administración pública federal representa una de las mejores alternativas de
empleo para las y los trabajadores brasileños. Hasta la década de 1970-1980,
según Barroso (2015), el empleo público era considerado una alternativa poco
deseable para aquellos trabajadores con diploma de educación superior, y atraía
apenas a aquellos y aquellas que tenían dificultades para participar del sector
privado del mercado de trabajo. Sin embargo, a partir de la década de 1980-1990
y con el proceso de reestructuración productiva en curso, el empleo público
federal se transformó en el “sueño dorado” de los trabajadores con mayor nivel
de escolaridad.
Reconocer
la mejor calidad del empleo público frente al privado en la actualidad no
significa afirmar que el proceso de precarización no alcanzó a las condiciones
de trabajo en el Estado, o que todos los empleados públicos tengan condiciones
equivalentes de ingreso y promoción interna. Entre 1995 y 2017, los procesos
sociales de producción y reproducción de las desigualdades de clase,
sexo/género y raza/etnia que estructuran la sociedad brasileña continuaron a
restringir las posibilidades de competición por un empleo público a ciertos
grupos sociales (no propietarios, mujeres, negros), que no reúnen las
condiciones objetivas para aprobación en concurso público (establecido en el
Brasil en la Constitución de 1988 para ocupación de cargos administrativos), y
también siguen determinando los espacios dentro de la administración pública
abiertos para aquellos que consiguen ultrapasar las barreras iniciales.
Para las
mujeres, el empleo público siempre tuvo mucha relevancia, porque permite
garantías específicas (licencias, horarios especiales, etc.) para el ejercicio
de maternaje. La investigación que realizamos confirmó que ellas se incorporan
preferencialmente en áreas consideradas no estratégicas por el Plan Director de
la Reforma de Estado – PDRAE (BRASIL 1995), y por lo tanto, áreas más expuestas
al proceso de precarización.
Aún
aquellas empleadas públicas incluidas en el denominado núcleo estratégico, como
las integrantes de las carreras de la gestión gubernamental federal – enfrentan
dificultades para estar en pie de igualdad frente a sus pares hombres, porque
no logran ocupar cargos de alto nivel decisorio[II].
Se registra poca participación de las mujeres en los cargos de nivel superior
de las carreras de la gestión gubernamental, y también su menor participación
en cargos comisionados del mayor nivel de decisión en la administración pública
federal brasileña (BRASIL 2017; BRASIL 2016a).
Es decir,
la segmentación horizontal (áreas sociales próximas a la reproducción social) y
vertical (no ocupación de altos cargos, inclusive en las áreas sociales donde
las mujeres predominan), relatada por Yannoulas (2003) para el mercado de
trabajo, se manifiesta hasta los días de hoy al interior de la administración
pública federal brasileña. Podemos afirmar que hubo un proceso de
feminilización de la administración pública, con un ingreso paulatinamente
significativo de mujeres que acompañó la implementación de los concursos
públicos para la ocupación de los cargos desde 1988, pero todavía no hay
equiparación entre hombres y mujeres cuanto a su distribución en las áreas o
políticas sectoriales, y tampoco hubo un proceso de feminización de la gestión
pública que les permita acceder a los más altos cargos de la carrera[III].
Para
comprender de qué manera el sexo/género interfiere en la trayectoria
profesional de hombres y mujeres de las carreras de la gestión gubernamental
federal brasileña, fueron realizadas en 2018 entrevistas semi-estructuradas con
14 empleados públicos federales de dos cargos de nivel superior: los cargos efectivos
de Analista de Planeamiento y Presupuesto – APO[IV],
y de Especialista en Políticas y Gestión Gubernamental – EPPGG.
La
participación de los entrevistados fue voluntaria y la selección fue realizada
por medio de la técnica “bola de nieve”, con referencias realizadas por cada
entrevistado sobre otros potenciales entrevistados, para construir así una
muestra no-probabilística de hombres y mujeres de la administración pública
federal directa, APO y EPPGG que ocupan u ocuparon recientemente una Función
Comisionada en el Poder Ejecutivo – FCPE, de nivel 4, y/o cargo en comisión de
Dirección y Asesoramiento Superior – DAS, niveles 4, 5 y 6 (DEWES 2013)[V].
Los ocupantes de tales cargos comisionados representan, juntamente con los
ocupantes de cargos de Naturaleza Especial – NES, como Presidente da República,
Ministros de Estado o Secretarios Ejecutivos, la elite dirigente del País.
Una vez
realizadas, las entrevistas fueron desgravadas y organizadas en dos grandes
grupos: concedidas por hombres y por mujeres. Cada uno de los bloques fue
analizado a partir de una lectura horizontal seguida de otra transversal,
conforme sugerido por Minayo (2008).
El artículo
está organizado en tres partes: la primera presenta el perfil de los APO y
EPPGG entrevistados; la segunda muestra la interferencia del sexo/género en la
trayectoria profesional de los y las entrevistadas; y la tercera parte concluye
sobre la inserción de las mujeres en el aparato estatal brasileño.
El Perfil de APO y EPPGG Entrevistados/as
Los 14 APO
y EPPGG entrevistados/as en 2018 eran en su gran mayoría blancos, graduados o
post-graduados en Economía, entre los 41 y los 50 años, casados y con 2 hijos.
Existían 3 diferencias importantes entre hombres y mujeres, que merecen ser
comentadas aquí.
En primer
lugar, apenas los hombres ocupan cargos más elevados (DAS 6), siendo el cargo
más alto ocupado por mujeres DAS 5.
En segundo
lugar, el grupo de las mujeres APO y EPPGG registró mayor diversidad
étnico/racial que el grupo de los hombres, con mayor participación de mujeres
entrevistadas auto-declaradas negras y pardas.
Tercero, a
pesar de la graduación en Ciencias Económicas ser la más frecuente tanto entre
ellas como entre ellos, se registró mayor diversidad de áreas de formación
entre ellas. Así, mientras los graduados en Economía representan 71,4% de los
entrevistados; las graduadas en Economía constituían apenas 42,9% de las
entrevistadas.
Los datos
relativos al post-grado también presentan diferencias por sexo/género. 100% de
los hombres APO e EPPGG entrevistados realizó algún post-grado (lato sensu e/o
stricto sensu), e apenas 71,4% de las entrevistadas. Entre ellos, dos áreas del
conocimiento concentran gran parte de los post-grados realizados: Economía
(42,8%) y Administración Pública (también 42,8%). Entre las mujeres APO y EPPGG
entrevistadas, las áreas de conocimiento de los post-grados realizados eran
variadas, desde Energía hasta Desarrollo Internacional, siendo solamente 14,3%
en Economía y ninguna en Administración Pública. Además, los post-grados lato
sensu (de corta duración y más especializados) eran más comunes entre ellas.
Otra
diferencia significativa entre entrevistados y entrevistadas se relaciona con
el lugar de inserción: mientras que los entrevistados se concentraron en el
Ministerio de Planeamiento, Presupuesto y Gestión, las mujeres estaban
dispersas en diferentes órganos de la administración pública federal directa.
Además, la edad media de los hijos de los entrevistados era de 9 años y de 13
años en el caso de las entrevistadas, lo que indicaría que ellas tuvieron que
esperar más tiempo para ocupar cargos altos después del nacimiento de los
hijos.
Los dos
grupos presentan características semejantes cuanto a: (1) salario básico bruto[VI]
medio de ellos R$ 31.404,68 y de ellas R$ 31.846,55; (2) tiempo medio de
carrera de ellos 13 años y de ellas 15 años.
Sexo/género en la Trayectoria Profesional de los y las Entrevistadas
La división
sexual del trabajo, conforme destacado por Yannoulas (2003), posee bases
materiales y bases simbólicas, que se reproducen y fortalecen mutuamente. De
esta manera, no es por acaso que el grupo de los entrevistados percibía hombres
y mujeres como seres ontológicamente diferentes, y que por lo tanto sus
inserciones diferenciadas en la administración pública no fuesen, en general,
problematizadas.
Entre los
entrevistados, las características atribuidas a los géneros se relacionaron con
los espacios prioritarios de actuación de cada grupo social. Las mujeres, para
4 de los entrevistados, podían caracterizarse como “comunicativas” y
“conciliadoras”, mientras que los hombres serían “objetivos”, “competitivos” y
“dispuestos a la tarea”. Frente a esta percepción, que afirma una diferencia
esencial entre hombres y mujeres, parece natural que las mujeres se interesen por
determinadas áreas del conocimiento y posteriormente de inserción laboral.
Entre las
entrevistadas, las mujeres también fueron definidas como “poco objetivas”, más
“honestas”, “organizadas”, “dóciles”, “sensibles”, “informales”,
“colaborativas”, “responsables”, “altruistas”, ”comunicativas”, “con mayor
capacidad de adaptación” y “más ligadas a la familia”. Ya los hombres fueron
descritos como “objetivos”, “ambiciosos”, “vanidosos”, “formales”, “duros”,
“ríspidos”, “más sueltos” y “más focalizados en la tarea”. Lo interesante en el discurso de ellas fue
percibir una especie de “espejo” en las características atribuidas a mujeres y
hombres (objetivo X poco objetiva, formal X informal, ríspido X dócil, entre
otros). Además, se establece una relación de complementariedad, en el sentido
de que las características atribuidas a cada grupo fueron descritas como
necesarias para que puedan actuar en los espacios designados. De esta manera,
el discurso refuerza que las características de las mujeres las hacen más aptas
para las actividades reproductivas en espacios privados, en los cuales las
relaciones son construidas por afecto, cuidado y apoyo mutuo. Los hombres
serían más apropiados para el espacio público, en el cual las relaciones son
estructuradas alrededor de la competición.
En 3 de las
mujeres entrevistadas la colonización mental producto de la ideología
patriarcal encontraba resistencia (LÉON 2002). Para ellas, las diferencias
apuntadas no solamente no eran reales, sino que eran señaladas como resultado
de la vigencia de un padrón de opresión sexista.
Mostramos a
las entrevistadas los datos sobre la participación de las mujeres en las
carreras de gestión gubernamental divulgados por el Boletín Estadístico de
Personal e Informaciones Organizacionales – BEP nº 249 (BRASIL 2017)[VII],
y preguntamos sobre los factores que podrían explicar la desigualdad entre
hombres y mujeres. Las entrevistadas se dividieron en dos grupos: las que
piensan que la prueba de selección para ocupar cargos no favorece el ingreso de
mujeres, por su impronta economicista, y aquellas que no identifican motivos
especiales para explicar la situación desigual, siendo este último grupo
constituido apenas por entrevistadas EPPGG. Una de las entrevistadas que
destacó la impronta de la prueba como causa de la desigualdad ilustró bastante
bien cómo el “imaginario de género” colabora para la manutención de la
segmentación horizontal de la administración pública federal. En su discurso se
establecía una intrínseca relación entre “lo femenino”, las áreas de formación
educacional con mayor adherencia, y las salidas profesionales a partir de las
elecciones realizadas por las mujeres al optar por ciertos carreras[VIII].
Los
entrevistados, cuando confrontados con los datos oficiales registrados por el
mencionado boletín (BRASIL 2017), ofrecieron un abanico más amplio de
respuestas explicativas de la diferencia entre hombres y mujeres en las
carreras de la gestión gubernamental: (1) el “tipo de asunto” tratado por esas
carreras, que no sería atractivo para las mujeres; (2) las desigualdades de
sexo/género heredadas del pasado; (3) el perfil de la prueba de selección, que
no privilegia las áreas de conocimiento preferidas por las mujeres; y (4) la
menor disponibilidad de tiempo de las mujeres para estudiar para concursos
públicos difíciles y concurridos por las actividades de maternaje. También
entre los entrevistados fue notable la relación establecida entre “lo
femenino”, la formación educacional y las salidas laborales según la elección
anterior.
Sin
embargo, la relación establecida por diversos entrevistados (hombres y mujeres)
entre la menor presencia de las mujeres en los cursos de Economía y la pequeña
participación de ellas en cargos de APO y EPPGG debe ser vista con cautela. Los
datos del Censo de la Educación Superior (BRASIL 1995b) demuestran que, en
1995, año en que, teniendo en cuenta la edad promedia, los entrevistados
(hombres y mujeres) estarían saliendo de la universidad, la diferencia entre
hombres y mujeres que concluían la carrera de Economía era menor que la
participación de esos dos grupos en los cargos efectivos de la administración
pública. Por tanto, ese argumento discursivo deja patente la fuerza de la
imagen social de las mujeres como “poco objetivas”, y menos interesadas o
hábiles en trabajar con números, y al mismo tiempo muestra el uso de la
ideología patriarcal para justificar la división sexual del trabajo
(segmentación horizontal y vertical) vigente en la administración pública
federal brasileña.
La
articulación de lo simbólico con la base material surgió también en las ideas
de maternidad de los entrevistados (hombres y mujeres) y actuaba fomentando la
“auto-discriminación” y posibilitando la “discriminación encubierta” en la
ocupación de altos cargos[IX].
Los relatos
de las entrevistadas incluyen cambios en su área de actuación y en sus
funciones laborales con el embarazo y la lactancia de los hijos, determinadas a
partir del ideal de maternidad[X] en
el que fueron socializadas. La mayor parte de las entrevistadas que son madres
afirmaron haber desistido de altos cargos cuando embarazadas o con hijos
pequeños, porque pensaron que era lo correcto a hacer. Algunas de ellas también
informaron no haber aceptado ocupar nuevos cargos para conciliar mejor trabajo
remunerado y familia.
Entre los
entrevistados no hubo relatos semejantes sobre diferencias establecidas en
función del nacimiento de los hijos. Además, las “elecciones personales
realizadas por las colegas”, en el sentido de privilegiar la vida familiar en
detrimento de la vida profesional, aparecen en los relatos de cinco de los
entrevistados como fuerte argumento para demostrar que las mujeres no ocupan
cargos más altos porque se “auto-discriminan” de ciertas funciones.
Sin
embargo, los relatos de ellas dejan claro que no hubo apenas “auto-discriminación”,
o que ésta estaba anclada fuertemente en situaciones de discriminación
encubierta. Las entrevistas dejan clara la existencia de un ideal profesional
del servicio público, que coloca como incompatible la vivencia de la maternidad
con la ocupación de altos cargos. Los relatos de ellos y de ellas fueron muy
claros: o la maternidad acompañada de resignación cuanto a los ascensos o a la
ocupación de altos cargos con mayor responsabilidad, prestigio y remuneración;
o la aceptación de los cargos acompañada de una maternidad sacrificada o de una
paternidad negligente.
La cuestión
de la “conciliación” de demandas familiares y laborales permite discutir 3
aspectos de la segmentación vertical de la administración pública brasileña:
(1) la organización del espacio público/productivo masculinizada; (2) la
definición de un profesional ideal a partir de la experiencia masculina y; (3)
la ocupación de DAS en la lógica del PDRAE, institucionalizando tal experiencia
masculina.
Sobre el
primer aspecto, es necesario tener en claro que esta división del espacio
público/productivo y del espacio privado/reproductivo no es original ni
exclusiva de la administración pública, pero que refuerza la actuación libre y
sin impedimentos de algunos grupos sociales a partir de la existencia de otros
grupos que asumen la responsabilidad por la atención de las necesidades de
cuidado y reproducción humana y social, arcando con los costos que derivan de
esa división. Según Biroli (2018), presumir que las mujeres asumen
voluntariamente la función de cuidadoras, es decir, que consienten en la
interpretación de que ellas son las que deben priorizar el cuidado, debería ser
complementada por la explicación de las razones por las cuales la sociedad
espera que apenas ellas asuman los costos o sacrificios que implica esa
priorización. Al contrario de lo que afirmaron los entrevistados, la elección
en si es una cuestión de género.
El segundo
aspecto en discusión está intrínsecamente relacionado con el primero, porque es
ese orden social que permite a los hombres dedicar largas horas al trabajo y a
las actividades relacionadas con la profesión, tales como estudios y
construcción de redes de contactos profesionales (BIROLI 2018). En ese
contexto, el tiempo se transforma en factor clave, colocando a los hombres en
situación de ventaja sobre las mujeres al competir en el mercado de trabajo en
general y en el competitivo ambiente del servicio público federal en
particular.
El tercer
aspecto en discusión trata de la base generificada para las nociones de mérito
y competencia que orientan la elaboración del Estado gerencial en el PDRAE. De
esta manera, la idea de la existencia de un “mercado de DAS” en el cual los
cargos en comisión en la administración pública federal brasileña serían ocupados
por los profesionales de mayor mérito esconde el hecho de que la noción de
mérito adoptada – de profesional autónomo, competitivo, esforzado y con el
trabajo remunerado como valor central de su existencia – privilegia
necesariamente a los hombres (BARBOSA 2003; BIROLI 2018). Al contrario de lo
que sustentaba el PDRAE (BRASIL 1995), el “mercado de DAS” instituido en la
administración pública federal brasileña tiende a premiar no a los
profesionales más competentes, sino principalmente a aquellos con condiciones
objetivas de dedicarse una mayor fracción de su día al trabajo remunerado.
En el caso
de las entrevistadas, ofrecer disponibilidad de tiempo requerida por la
ocupación de FCPE/DAS 4 y DAS 5 era posible porque no tenían hijos, o sus hijos
ya eran grandes, o disponían de condiciones familiares extraordinarias – como
un marido asumiendo el cuidado de los niños pequeños; una red familiar ampliada
que incluía madres, hermanas, suegras; o un superior jerárquico que, a partir
de la vivencia de su propia paternidad, proporcionaba a sus subordinados
horarios “más normales” de trabajo – que les permitían ajustar las tareas de
cuidado de hijos pequeños a las demandas profesionales. Aun así, la posición
estructural de estas trabajadoras era incómoda. Por un lado, presionadas a
adecuarse al modelo masculino de dedicación al trabajo remunerado y, por otro,
acusadas de abandonar el modelo femenino de dedicación a la familia.
Los
arreglos de nuestras entrevistadas para conciliar trabajo remunerado y familia
incluyen también la tercerización del trabajo de cuidados socialmente atribuido
a ellas, conforme también descrito por Cyrino (2012) para las mujeres
ejecutivas del sector privado del mercado de trabajo. La tercerización se
efectúa a mujeres que ocupan la mayor parte del mercado de trabajo femenino o
el polo opuesto de las mujeres trabajadoras (empleadas domésticas) (BRUSCHINI;
LOMBARDI 2000). La delegación de tareas se relaciona principalmente con
limpieza de la casa, lavar y planchar ropas, preparar alimentos para el
consumo. El cuidado de hijos no era objeto de la tercerización, continua no
siendo pago y es atribuido a otras mujeres del núcleo familiar. Arreglos
semejantes realizan las familias de los hombres entrevistados, pero las mujeres
que asumen el cuidado de hijos son sus esposas.
La
inadecuación de las mujeres a un espacio de ejercicio profesional configurado
según la experiencia masculina es una de las preocupaciones que aparecieron en
las entrevistas. Ellas intentan copiar el comportamiento socialmente
identificado con la masculinidad (objetividad, formalidad, etc.) para poder ser
consideradas ocupantes potenciales de cargos de alto nivel en la jerarquía de
la administración pública federal brasileña. El problema que se esconde en esta
estrategia de las mujeres de adopción del “template masculino”, expresión de
Crompton y Le Fevre (SAVAGE; WITZ 1992), es que no elimina su condición de
mujer. Por lo tanto, los efectos de la discriminación fueron constatados aun
cuando las mujeres se comportaban como “hombres-substitutos” (SAVAGE; WITZ
1992). Para Savage y Witz (1992), en las organizaciones administrativas
burocráticas, públicas y privadas, las mujeres son las facilitadoras, las
limpiadoras, las ordenadoras, las apaciguadoras, las suavizadoras, las apoyadoras,
entre otras funciones imprescindibles al capitalismo contemporáneo, para que
los hombres puedan permanecer en el comando.
Lo más
interesante del uso instrumental de las supuestas cualidades de las mujeres en
las altas esferas de decisión del servicio público federal es que este uso no
fue objeto de crítica por parte de todas las entrevistadas, ni constituyó
propiamente un obstáculo para el desarrollo de las carreras de todas ellas. Una
entrevistada inclusive resaltó que esa utilización de las características
femeninas puede abrirles oportunidades a las mujeres, y otra, se negando a
participar de las competiciones por cargos más altos de aquel ocupado por ella,
demostró el profundo “realismo” que caracteriza frecuentemente la visión de
mundo de los(las) dominados(as) (PUPPIM 1994). Ese profundo realismo de las
mujeres, que no es resultado solamente de la percepción de su condición de
inferioridad en el orden social patriarcal, sino también de la desigualdad de
la propia competición establecida formalmente pero no intrínsecamente, puede
ser interpretado no apenas como conformismo, sino también como resistencia
(LEÓN 2002). Aun cuando sea una resistencia pasiva.
En ese
contexto, el hecho de que 3 de los entrevistados hayan citado a la misma colega
de carrera – que ocupaba la función de Secretaria Ejecutiva de un organismo
federal – para demostrar como “hasta las mujeres” pueden alcanzar altos cargos
en el comando de Estado sólo ratificaba la posición de “élite admitida” de las
mujeres APO y EPPGG. Como recuerda León (2002), tal posición tiene dos
consecuencias importantes. Primera, para aquellas mujeres no admitidas, la
élite funciona como imagen social de que es posible llegar a ser Ministra,
Presidenta, etc. Segunda, para aquellas mujeres admitidas, alimenta una
idiosincrasia meritocrática poco solidaria, individualista: “yo llegué porque
tengo características favorables para esto”.
La
preocupación relatada por las entrevistadas en adoptar el “template masculino” refleja también el temor a ser transformadas en
“objeto sexual” por sus pares masculinos del servicio público federal.
Pretenden cohibir eventuales investidas sexuales por parte de colegas de
empleo. El temor al acoso sexual manifestado por las entrevistadas no parece
injustificado. Dos de ellas relataron episodios de acoso sexual, y una confesó
saber de un caso de otra colega. Dos entrevistados también afirmaron saber de
estos casos. Siempre la víctima es una mujer y el agresor un hombre. En los 5
relatos oídos, el tipo más común fue el piropo, pero hubo también episodios más
graves con contacto físico.
El acoso
sexual constituye una de las muchas manifestaciones posibles de la
discriminación sexual en el espacio laboral (CRUZ; YANNOULAS 2011). Tanto los
casos de acoso sexual y moral como los comentarios que colocaban en duda la
legitimidad de las conquistas profesionales de las mujeres, relatados por
entrevistados y entrevistadas, contribuían para configurar un ambiente laboral
hostil a la presencia femenina. Desde el punto de vista de Higa (2016), el
mensaje que se pretende dar, aún de manera inconsciente, es el de que las
mujeres no son bienvenidas allí y por lo tanto deberían permanecer en sus
casas. El recelo a ser víctimas de conductas ilícitas de connotación sexual
limitó al menos a 2 de las 7 entrevistadas a luchar por cargos en la alta
jerarquía del servicio público federal. Dos de los entrevistados tienen la
percepción de que el acoso sexual aparta a las mujeres de los altos cargos, y
uno de ellos destacaba que era especialmente problemático para las más bonitas[XI],
cuando precisan quedarse hasta altas horas en el local de trabajo, o acompañar
al jefe, lo que significaría riesgos potenciales mayores para las mujeres.
La
hostilidad hacia ellas en un espacio profesional masculino por excelencia también
se manifiesta en las dificultades para objetivar el liderazgo femenino, según
relatos de 3 entrevistadas. La adopción de un estilo “femenino” (descrito como
democrático, horizontal, comprensivo, entre otras características señaladas por
los entrevistados), despertaba renitencia; la adopción de un estilo “masculino”
(autocrático, vertical, duro, entre otros aspectos apuntados), tampoco
facilitaba el ejercicio de la autoridad por parte de las mujeres (EAGLY; CARLI
2007). Como dejó claro uno de los entrevistados, el estilo “masculino” de
liderazgo en mujeres es desnecesario e indebido. Los relatos de los hombres
revelaron que la adopción por hombres de un estilo femenino – “menos
impositivo” y “más conciliador” – por su parte, no era considerado indebido o
desnecesario. Las entrevistas mostraron que las dificultades de gestión
enfrentadas pelas mujeres en altos puestos del Poder Ejecutivo federal se
relacionan menos con el estilo de liderazgo y más con el hecho de que, en una
sociedad patriarcal, la autoridad es vista como algo perteneciente al hombre
(EAGLY; CARLI 2007; HIRATA et. al 2009).
En ese
contexto, poco importa que el estilo femenino de conducción denominado
liderazgo bottom-up (en que los
subordinados participan de las decisiones); o el estilo interpersonally-oriented (que valoriza la manutención de relaciones
interpersonales positivas con los subordinados); o inclusive el estilo transformational (en el cual la jefa se
coloca como una mentora del equipo, estimulando a los subordinados a desarrollar
sus potencialidades y así contribuir más efectivamente al alcance de las metas
de la organización)[XII]
– fuesen considerados muy positivamente en la época de la (re)funcionalización
del Estado brasileño en la década de 1990 (EAGLY; CARLI 2007). O que ideas de
transformación, revolución, reinvención y cambio de cultura impregnasen los
textos sobre administración, gestión, programas de entrenamiento y cursos
[Master in Business Administration -] MBA por los cuales los agentes habían
pasado (NEWMAN; CLARKE 2012:360). Los cargos más altos de la jerarquía, aún
después de la reforma gerencial de 1995, continuaron a ser ocupados
principalmente por hombres.
De hecho,
las entrevistas realizadas confirman que en el gerenciamiento de Estado
(neo/social-)liberal, como aquel propuesto en el PDRAE (BRASIL 1995) y vigente
hasta 2017, la cuestión no es substituir un estilo “masculino” de liderazgo por
uno “femenino”, fundamentado en la valorización de los relacionamientos
interpersonales, y si en usar un buen relacionamiento con los subordinados para
lograr resultados demandados por la organización. No por acaso la mayoría de
los hombres y mujeres entrevistados afirmó que gestionar personas constituía el
principal desafío enfrentado en el cargo. Al decir de Antunes (2018), las
técnicas contemporáneas de gestión de personas, con el involucramiento
subjetivo de los trabajadores, son partes constitutivas de los “nuevos
mecanismos de sujeción” capitalistas en tiempos de re-estructuración productiva
y, así siendo, no deben ser tomadas como signos de una “feminização” de la
gestión.
Por fin,
pero no menos importante, constatamos que la naturalización de las
desigualdades de sexo/género (y también de clase y raza/etnia) en la
administración pública federal brasileña tuvo impacto en las políticas públicas
que los entrevistados ayudaron a elaborar, implementar y monitorear. Nos llamó
la atención el desconocimiento al respecto de las políticas públicas federales
de enfrentamiento a las desigualdades en el ambiente de trabajo en curso, como
el programa Pro-Equidad de Género y Raza[XIII],
que fue mencionado y reconocido por apenas una entrevistada y un entrevistado.
En general los entrevistados y entrevistadas cuestionaban el hecho de precisar
políticas federales en este sentido, o la legitimidad del Estado para
implementar ese tipo de acción. Abramo (2007), y Bandeira y Vasconcelos (2002),
ya habían señalado anteriormente que el conjunto de las nociones, percepciones
e ideas que componen el imaginario de género de los agentes públicos contribuye,
por acción o por omisión, para la (re)producción de las desigualdades de
sexo/género en las propias políticas.
A Modo de Conclusión
Como
mostraron las entrevistas realizadas en 2018 a 14 agentes públicos ocupantes de
altos cargos en la administración pública brasileña, el ideal de profesional
vigente está basado en la experiencia masculina, construido bajo el supuesto de
que no apenas una separación entre los espacios público/productivo y
privado/reproductivo es necesaria y saludable, cuanto en la “desresponsabilización”
de los que actúan en la esfera pública con relación a la esfera privada. Así,
el “mercado de los DAS” instituido por el PDRAE en ámbito federal en Brasil
tiende a premiar a los hombres profesionales, con condiciones objetivas y
subjetivas de dedicarse mayormente al trabajo remunerado.
Además, la
investigación demostró que independientemente de la concepción de
gerenciamiento en vigor a partir de los años 1990, la autoridad es vista como
un atributo de los hombres. De esa forma, las dificultades enfrentadas por las
mujeres en la ocupación de cargos de decisión de la administración pública
federal brasileña no acaban cuando asumen la función o cargo en comisión.
Inclusive las servidoras públicas federales que integran el “núcleo estratégico”
del Estado – como las APO y EPPGG entrevistadas – enfrentan obstáculos para
actuar en condiciones de igualdad frente a los hombres, especialmente a los
subordinados.
Destruir
las estructuras de (re)producción de las desigualdades de sexo/género (y
también de clase y raza/etnia como por veces vislumbramos en los relatos de los
entrevistados y las entrevistadas), no parece ser un asunto trivial. Involucra
el reconocimiento de la necesidad de ir más allá de las políticas públicas, sin
desconsiderar su importancia para las mujeres. El enfrentamiento de las
desigualdades requiere mucho más que cambios en las pruebas de concurso público
o la adopción de cuotas para mujeres y negros en los concursos, especialmente
aquellos que llevan a carreras consideradas “núcleo estratégico” del Estado.
Como la
ocupación de cargos efectivos en el servicio público federal desde el PDRAE se
restringió a trabajadores con nivel de escolaridad superior, es preciso ampliar
todavía más la participación de negros en la educación superior, y la
participación de mujeres en los cursos que llevan a la ocupación de altos
cargos, “tradicionalmente” masculinos. Al decir de Cappellin (2008), enfrentar
no solamente el techo de cristal sino también las paredes de plomo!
Promover
igualdad de género en altos cargos del servicio público federal, con el
propósito de estimular la igualdad de género en las políticas formuladas,
implementadas y monitoreadas por ellos, no se agota en la adopción de medidas
de cuotas o en el cumplimiento de un horario estricto en el empleo, sin
actividades fuera del horario de atención pública. Hay que avanzar en la
responsabilización del Estado y de los hombres en la provisión social del
cuidado, ampliando la oferta de servicios públicos para el cuidado de niños,
ancianos y deficientes, licencia parental, etc., lo que permitirá que
trabajadoras – públicas y privadas – dejen de sentir la doble presión por el
desempeño perfecto en los dos espacios (MARCONDES 2012).
Por fin, la
promoción de un ambiente laboral menos hostil a las mujeres exige la
implementación de acciones de concientización y desnaturalización de la
subordinación de las mujeres en el sistema patriarcal, y su relación con las
prácticas discriminatorias en el espacio laboral. Inclusive, perfeccionar los
mecanismos de denuncia, investigación y punición de tales prácticas en los
organismos públicos federales brasileños.
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[I] En este artículo presentamos resultados de investigación de maestría realizada en el contexto del Programa de Post-grado en Política Social de la UnB, elaborada por Elaine de Melo Xavier bajo la dirección de Silvia Cristina Yannoulas. Corresponden al capítulo 4 del trabajo final defendido en diciembre de 2018. El proyecto de investigación fue previamente aprobado por comité de ética en investigación, vía Plataforma Brasil (http://plataformabrasil.saude.gov.br), en 06/03/2018 (proceso 83321417.1.0000.5540).
⃰ Ministerio
de Planificación, Desarrollo y Gestión, Brazil. Formada en Relaciones
Internacionales por el Centro Universitario de Brasília. Especialista en
Relaciones Internacionales por la Universidad de Brasília y Master en Política
Social por la Universidad de Brasilia. Analista de Planeamiento y Presupuesto.
Miembro del Grupo de Investigación Trabajo, Educación y Discriminación. Contacto:
elaine.xavier@ibest.com.br
⃰ ⃰ Universidad de Brasília, Brazil. Licenciada
en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires, Master en
Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede
Académica Argentina, Doctora en Sociología por la Universidad de Brasília,
Post-Doctora en Educación por la Universidad Federal de Minas Gerais. Profesora
del Departamento de Trabajo Social y del Programa de Post-grado en Política
Social de la Universidad de Brasília. Líder del Grupo de Investigación Trabajo,
Educación y Discriminación. Contacto: silviayannoulas@unb.br
de Melo Xavier, Elaine; Yannoulas, Silvia Cristina.
“El género de la gestión pública federal brasileña: Mujeres en las carreras
de la gestión gubernamental (1995-2017)” en Zona Franca. Revista del Centro de estudios Interdisciplinario sobre
las Mujeres, y de la Maestría poder y sociedad desde la problemática de
Género, N°27, 2019 pp.218-239. ISSN, 2545-6504 Recibido: 29 de enero 2019;
Aceptado: 22 de noviembre 2019 |
[II] En el PDRAE, el “núcleo estratégico” es el responsable por la definición de las leyes y políticas públicas (BRASIL 1995). Además del núcleo estratégico, el aparato de Estado seria constituido por otros 3 segmentos: (1) el sector de “actividades exclusivas del Estado”, con servicios exclusivamente a cargo del Estado; (2) el sector de “servicios no-exclusivos”, en los cuales el Estado actúa simultáneamente con organizaciones públicas no estatales, y referidos a derechos fundamentales; y (3) el sector de “producción de bienes y servicios para el mercado”, caracterizado por las actividades económicas dirigidas al lucro dentro del aparato de Estado (BRASIL 1995).
[III] Segundo Yannoulas (2013), en la literatura especializada sobre género y trabajo son utilizados alternativamente dos significados distintos para la categoría feminização de las profesiones y ocupaciones, que se corresponden con metodologías y técnicas diferentes para colectar y analizar la información pertinente. Un significado cuantitativo, feminilização, referido al aumento del peso relativo del sexo femenino en la composición de una profesión o ocupación; su medición y análisis son realizadas a través de datos estadísticos; y un significado cualitativo, feminização, alude a las transformaciones de significado y valor social de una profesión o ocupación, originadas a partir de la feminilização y relacionadas a los conceptos de género predominantes en un determinado período histórico; su impacto puede observarse a través del análisis de discurso. Hay una intensa relación entre ambos conceptos.
[IV] Presupuesto en portugués es orçamento, por eso la sigla es APO.
[V] De acuerdo con la Ley nº 13.346, de 10 de octubre de 2016, la diferencia entre los cargos DAS y las FCPE está en quién está apto para su ocupación. La FCPE solamente puede ser ocupada por servidores públicos efectivos (concursados).
[VI] La información sobre los salarios tomó como referencia el mes de febrero de 2018, primer mes disponible para consulta en el Portal de la Transparencia al momento de nuestra investigación (Disponible en: www.portaldatransparencia.gov.br. Acceso en 21 septiembre de 2018). La remuneración básica bruta es compuesta por la suma de los pagos por cargo efectivo, función o cargo comisionado.
[VII] El BEP nº 249 (BRASIL 2017) mostró una participación de las mujeres de solo el 31.4% en las carreras de la gestión gubernamental. Entre los APO, ellas representaban el 26,7% de los servidores y entre los EPPGG, el 35,0%. En los cargos y funciones comisionados, las mujeres representaban solo el 34,3%, 22,5% y 18,6% de los ocupantes de FCPE / DAS 4, DAS 5 y DAS 6, respectivamente, mientras que su participación en el servicio público federal en el mismo año alcanzó 46,4%.
[VIII] Históricamente, el mercado de trabajo está segmentado en dos sentidos: horizontal (pocas profesiones y ocupaciones absorben la mayoría de las trabajadoras) y vertical (pocas mujeres en altos cargos, aún en los sectores con participación femenina preponderante como son la educación, la salud, la asistencia social, entre otros). En todas las culturas se realiza una interpretación bipolar (femenino - masculino) y a la vez jerárquica (lo masculino más valorizado que lo femenino) de las relaciones entre hombres y mujeres (YANNOULAS 2003).
[IX] Yannoulas y Vallejos (1998) señalan la existencia de tres tipos de mecanismos de discriminación de sexo/género en las sociedades occidentales: la “discriminación manifiesta”, que son reglas legitimadas y tienen el objetivo de salvaguardar los espacios de poder para los hombres; la “discriminación encubierta”, que son códigos no explícitos que funcionan para garantir la inserción subordinada de las mujeres en el espacio productivo; y la “auto-discriminación”, derivada de las dos anteriores, que constituye una especie de vigilancia que las mujeres internalizan para sentirse dentro de los parámetros establecidos por la sociedad.
[X] Biroli (2018) resalta que en las sociedades occidentales, las idealizaciones de familia y maternidad son productos de un mismo contexto histórico: el advenimiento de la burguesía como clase hegemónica. La separación de las esferas pública y privada, propia del capitalismo, permitió distinguir a la burguesía de otros estratos sociales y fue con esa separación que se configuraron la domesticidad femenina y el ideal de maternidad.
[XI] La idea de que las mujeres consideradas bonitas corren más riesgos que otras mujeres se basa en la idea de que el acoso sexual es apenas el resultado del comportamiento lascivo de determinados hombres. Sin embargo, “la satisfacción de la lascivia mediante la extorsión no es el único propósito de los acosos sexuales, tal vez siquiera es el principal” (HIGA 2016:495). Muchas veces la intención del agresor es discriminar, mostrar poder, humillar.
[XII] A esos estilos “femeninos” de
liderazgo se oponen los estilos de liderazgo “masculinos”, a saber: estilo de
liderazgo top-down (en el cual la
decisión es tomada de forma autocrática por el jefe); el estilo de liderazgo task-oriented (que enfatiza el
cumplimiento de tareas por los subordinados); y el estilo de liderazgo transactional (el jefe establece apenas
una relación de comando-control con sus subordinados (EAGLY; CARLI 2007).
[XIII] El Programa Pro-Equidad de Género y Raza fue establecido en 2006 por la Secretaría Especial de Políticas para las Mujeres – SPM y su última edición fue realizada en 2016. El programa procuró diseminar nuevas maneras de gestión de personas y cultura organizacional para alcanzar la igualdad de género y raza en el local de trabajo. Fue direccionado a organizaciones públicas y privadas, de grande y medio porte (BRASIL 2016b).